“Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.” Jeremías 29:13
En Jeremías 29:13, el profeta comunica una promesa de Dios a su pueblo que revela la importancia de una búsqueda sincera de Él, un principio que también se aplica a la mayordomía financiera.
Al analizar las palabras clave en hebreo, encontramos que «buscaréis» se traduce como «דָּרַשׁ» (darash), que implica una búsqueda diligente y activa. Como siervos de Jesucristo, esta búsqueda diligente debe reflejarse en cómo administramos los recursos financieros del Señor, asegurándonos de que nuestras decisiones financieras estén alineadas con Sus principios y voluntad.
La búsqueda diligente de Dios y Su sabiduría nos guía a manejar las finanzas con integridad y propósito, recordando que todo lo que poseemos proviene de Él.
El término «hallaréis» en hebreo es «מָצָא» (matsa), que significa descubrir o encontrar. Como administradores de las riquezas del Señor, nuestra diligente búsqueda de Su dirección nos llevará a descubrir maneras de utilizar Sus recursos para el bien y el avance de Su reino.
En Mateo 6:33, se nos dice: «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.» Este principio nos anima a priorizar los propósitos de Dios en nuestras decisiones financieras, confiando en que Él proveerá para nuestras necesidades mientras nos ocupamos de Sus intereses.
La palabra «corazón» se traduce como «לֵבָב» (levav) en hebreo, refiriéndose al centro de nuestro ser y voluntad. La verdadera mayordomía comienza en el corazón, reflejando nuestra disposición a someter nuestras decisiones financieras al señorío de Jesucristo.
Como mayordomos de Sus bienes, debemos buscar administrar Sus riquezas con un corazón íntegro, guiado por Su amor y sabiduría. Esto implica ser generosos, justos y responsables en nuestras finanzas, conscientes de que somos ministros encargados de cuidar lo que es de Él.
Un ejemplo práctico de este principio es establecer un presupuesto familiar que incluya tanto el ahorro responsable como la generosidad hacia los necesitados, lo cual refleja nuestra prioridad en vivir conforme a los principios del reino de Dios.
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En conclusión, la búsqueda sincera y diligente de Dios nos capacita para manejar las finanzas de manera que le honre y refleje nuestra identidad como Sus administradores fieles.
Al aplicar estos principios en nuestra vida diaria, no solo experimentamos paz y propósito en nuestra administración financiera, sino que también demostramos nuestra confianza en que Jesucristo es la fuente de todas las riquezas.
Así, cada decisión financiera se convierte en una oportunidad para glorificar Su nombre y avanzar Su reino en la tierra, utilizando sabiamente lo que es de Él para Su gloria eterna.
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