Génesis 11:4 dice: “Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.”
Este versículo es parte del relato de la Torre de Babel, una narrativa que describe cómo los descendientes de Noé, en su intento de establecerse en la llanura de Sinar, decidieron construir una ciudad y una torre cuya cima llegara hasta los cielos. El propósito declarado de esta construcción era «» y evitar ser dispersados por toda la tierra.
La frase «hagámonos un nombre» se traduce del hebreo «נַעֲשֶׂה־לָּנוּ שֵׁם» (na’aseh lanu shem). Cada palabra tiene un significado específico:
- נַעֲשֶׂה (na’aseh): Es el verbo «hacer» en la primera persona del plural en futuro, indicando una acción conjunta y decidida.
- לָּנוּ (lanu): Significa «para nosotros«, indicando que la acción es en beneficio propio.
- שֵׁם (shem): Significa «nombre«, pero en este contexto, implica fama, reputación, y reconocimiento.
La construcción de la Torre de Babel y la ciudad no era solo un proyecto arquitectónico; era un esfuerzo colectivo para establecer un legado perdurable y una identidad independiente de Dios. Al decir «hagámonos un nombre«, los constructores buscaban asegurar su propio prestigio y control, en lugar de someterse a la autoridad y propósito divino.
Contradicción con la Mayordomía Financiera
1. Propósito de la Mayordomía:
La mayordomía bíblica enseña que somos administradores de los recursos que Dios nos ha confiado. Todo lo que poseemos pertenece a Dios y debemos usarlo para Sus propósitos. 1ª Corintios 4:2 dice: «Ahora bien, se requiere de los administradores que cada uno sea hallado fiel.»
2. Reconocimiento de la Soberanía de Dios:
Los constructores de Babel deseaban hacerse un nombre, buscando su propio reconocimiento y gloria. En contraste, la mayordomía financiera reconoce que solo Dios merece toda la gloria y el honor. Filipenses 2:9-11 dice: «Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre; para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.»
3. Dependencia en Dios versus Autosuficiencia:
La construcción de la Torre de Babel representa un acto de autosuficiencia y orgullo humano. La mayordomía financiera, por otro lado, implica una total dependencia de Dios para la provisión y dirección. Proverbios 3:5-6 nos exhorta: «Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.»
4. Uso de los Recursos:
La motivación detrás de «hacerse un nombre» implica usar los recursos para la autopromoción y el establecimiento de un legado personal. La mayordomía financiera nos llama a utilizar los recursos para avanzar el Reino de Dios, ayudar a los necesitados y glorificar a Dios en todas nuestras acciones. 1ª Timoteo 6:17-19 instruye a los ricos a no poner su esperanza en las riquezas, sino en Dios, y a ser ricos en buenas obras, generosos y dispuestos a compartir.
Conclusión
La narrativa de la Torre de Babel y la frase «hagámonos un nombre» ilustran un enfoque humano que busca la gloria y el reconocimiento independiente de Dios. Este deseo de fama y autosuficiencia se contrapone directamente con los principios de la mayordomía financiera bíblica, que enfatizan la dependencia de Dios, el reconocimiento de Su soberanía, y el uso de los recursos para Su gloria y propósito.
Al aplicar estos principios a nuestras finanzas, debemos recordar que somos administradores de las riquezas del Señor. Todo lo que tenemos nos ha sido dado por Él, y estamos llamados a usarlo de manera que refleje Su gloria y avance Su Reino. En lugar de buscar nuestro propio nombre y reputación, debemos apuntar a exaltar el nombre que es sobre todo nombre: el de Jesucristo.
Deja una respuesta