El 22 de agosto de 1741 marca un momento crucial en la historia de la música clásica: el día en que Georg Friedrich Händel comenzó a componer una de las obras más emblemáticas y queridas de todos los tiempos, El Mesías. Esta obra monumental, conocida tanto por su majestuoso «Aleluya» como por su profundo impacto espiritual y cultural, fue compuesta en un período asombrosamente corto de 24 días.
El texto del oratorio fue cuidadosamente compilado por el amigo de Händel, Charles Jennens Jr., utilizando pasajes de la Biblia del Rey Jacobo (King James Bible) y el Salterio de Coverdale.
Georg Friedrich Händel, un compositor alemán naturalizado británico, ya era una figura destacada en el mundo de la música barroca. Sin embargo, en 1741, se encontraba en un momento difícil de su carrera.
A pesar de sus éxitos anteriores, Händel había pasado por varios fracasos financieros y de salud, lo que llevó a muchos a considerarlo «acabado».
El público había comenzado a perder interés en sus óperas italianas, y sus esfuerzos por innovar con oratorios no habían logrado el impacto esperado.
En este clima de adversidad, Händel recibió el libreto de El Mesías de su amigo Charles Jennens. Jennens, un devoto cristiano y erudito, había recopilado textos bíblicos que contaban la historia de Jesucristo, desde las profecías sobre su nacimiento hasta su crucifixión y resurrección.
Jennens creía firmemente en el poder de la música de Händel para transmitir estos textos de una manera que tocara profundamente a los oyentes.
Impulsado por una renovada inspiración, Händel se sumergió en la composición de El Mesías el 22 de agosto de 1741. A pesar de su aparente agotamiento físico y emocional, la obra fluyó de él con una rapidez y una claridad asombrosas.
Händel completó el oratorio en solo 24 días, un logro que, incluso hoy en día, es considerado casi milagroso para una obra de tal magnitud.
El Mesías está dividido en tres partes, que abarcan la profecía y el nacimiento de Cristo, su pasión y muerte, y finalmente, su resurrección y glorificación. A lo largo de la obra, Händel combina recitativos, arias y coros para crear una experiencia musical que es a la vez profundamente emocional y teológicamente rica.
La música es tanto majestuosa como introspectiva, capturando la esencia de cada pasaje bíblico de una manera que ha resonado con audiencias durante siglos.
Aunque El Mesías fue compuesto en Londres, su estreno tuvo lugar en Dublín, Irlanda, en abril de 1742. El oratorio fue recibido con gran entusiasmo, y rápidamente se convirtió en una de las obras más populares de Händel.
Sin embargo, en Londres, la obra enfrentó algunas críticas iniciales, principalmente debido al uso de un texto sacro en un entorno teatral. A pesar de esto, El Mesías fue ganando popularidad con el tiempo y llegó a ser interpretado regularmente durante la vida de Händel.
El «Aleluya«, el coro más famoso de la obra, se ha convertido en un himno universal de celebración y triunfo. Es una tradición que, durante su interpretación, la audiencia se ponga de pie, una costumbre que, según la leyenda, comenzó con el rey Jorge II, quien quedó tan impresionado durante la primera presentación en Londres que se levantó en señal de respeto.
La música de El Mesías no solo ha perdurado, sino que ha trascendido fronteras religiosas y culturales. Hoy en día, es interpretada no solo en iglesias y catedrales, sino también en salas de conciertos de todo el mundo, y se ha convertido en un pilar de la música navideña y de Pascua.
El Mesías es más que una obra musical; es un testimonio del poder transformador de la fe y la creatividad humana. Para Händel, componer El Mesías fue una experiencia profundamente espiritual. Se dice que, al terminar la sección del «Aleluya», exclamó: «Creo que he visto el cielo abierto, y al mismo Dios sentado en Su trono«. Esta afirmación refleja la intensidad con la que Händel se comprometió con la obra, no solo como un compositor, sino como un creyente.
El impacto de El Mesías va más allá de la música. La obra ha servido para recaudar fondos para obras de caridad desde su estreno, ayudando a miles de personas necesitadas.
Además, su mensaje central, que proclama la redención y la gloria de Cristo, sigue resonando en personas de todas las edades y credos, recordándonos la esperanza y el poder del evangelio.
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La creación de El Mesías es un ejemplo impresionante de cómo la inspiración divina y el talento humano pueden unirse para producir una obra de arte que trasciende el tiempo y las circunstancias.
En un momento en que muchos consideraban a Händel un compositor acabado, él logró crear su obra maestra, que no solo revitalizó su carrera, sino que también dejó un legado imborrable en la historia de la música.
El 22 de agosto de 1741, Georg Friedrich Händel comenzó a componer El Mesías, una obra que no solo definiría su carrera, sino que también se convertiría en un símbolo duradero de la fe, la redención y el poder de la música para elevar el espíritu humano.
En tan solo 24 días, Händel nos dio una obra que, siglos después, sigue tocando los corazones de millones, recordándonos que, incluso en nuestros momentos más oscuros, la creación de algo verdaderamente hermoso siempre es posible.
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