La Imposibilidad de Reconstruir un Nuevo Templo

La discusión sobre la posible reconstrucción del Templo en Jerusalén ha sido un tema recurrente en la teología y escatología cristiana. Sam Storms, en sus escritos, presenta argumentos sólidos en contra de esta idea, basándose en la comprensión redentora del Nuevo Testamento. 

A continuación, exploraremos estos puntos y añadiremos otros fundamentos bíblicos que refuerzan la imposibilidad y la falta de necesidad de reconstruir el Templo de Jerusalén.

Argumentos Presentados por Sam Storms

El Cumplimiento en Cristo: Sam Storms enfatiza que la encarnación de Jesucristo y su obra redentora son el cumplimiento definitivo de las promesas y rituales del Antiguo Testamento. Juan 1:14 dice: «Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros». 

Ese versículo indica que Jesús es el cumplimiento del templo, siendo Él mismo el lugar donde la divinidad y la humanidad se encuentran. La reconstrucción del templo físico sería una regresión redentora, negando la suficiencia de Cristo.

La Obsolescencia del Sistema Sacrificial: Según Hebreos 10:10-14, el sacrificio de Cristo es único y suficiente: «Por la voluntad de Dios somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre». 

El sistema de sacrificios del templo quedó obsoleto con la muerte de Cristo, quien ofreció un sacrificio perfecto y definitivo. Reconstruir el templo implicaría reinstituir sacrificios que ya no son necesarios ni eficaces.

La Destrucción del Templo como Juicio Divino: En Mateo 24:1-2, Jesús predice la destrucción del Templo, que ocurrió en el año 70 d.C.: «¿Veis todo esto? De cierto os digo que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada». 

La destrucción del templo fue un acto de juicio y un símbolo de la transición del antiguo pacto al nuevo pacto en Cristo. Reconstruir el templo contradice esta clara declaración profética de Jesús.

El Templo como el Cuerpo de Cristo: Jesús se refiere a sí mismo como el verdadero templo en Juan 2:19-21: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré… Pero él hablaba del templo de su cuerpo». 

Jesús redefine el templo como su propio cuerpo resucitado, indicando que el verdadero lugar de adoración y presencia de Dios es ahora en Él, no en un edificio físico.

La Iglesia como el Templo De Dios: El apóstol Pablo enseña que la iglesia, el cuerpo de creyentes, es el nuevo templo de Dios. En 1ª Corintios 3:16-17, dice: «¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?». 

Ese concepto se refuerza en Efesios 2:19-22, donde los creyentes son descritos como «edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo; en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor».

El Foco Escatológico en un Templo Celestial: El libro de Apocalipsis presenta una visión del templo celestial. En Apocalipsis 21:22, Juan dice: «Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero». 

Esa visión final y escatológica revela que en la Nueva Jerusalén no habrá necesidad de un templo físico, porque la presencia de Dios y del Cordero será todo lo que se necesite.

Desde una perspectiva bíblica, la reconstrucción del Templo de Jerusalén es no solo innecesaria, sino también contraria a la comprensión del cumplimiento redentivo en Cristo y la enseñanza del Nuevo Testamento. 

La obra de Jesús como el verdadero templo y su sacrificio único y definitivo hacen obsoleta cualquier estructura física para la adoración sacrificial. 

La iglesia, como el cuerpo de Cristo, es el nuevo templo donde el Espíritu de Dios mora. Además, la visión escatológica del templo celestial en Apocalipsis refuerza la idea de que la plenitud de la presencia de Dios no requiere un edificio terrenal. 

En conclusión, la reconstrucción del templo no se alinea con la enseñanza bíblica y la realidad de la redención en Cristo.

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