La Biblia enseña que la santificación que procuramos no es lo que nos salva, sino que es la santificación que Cristo nos imputa la que nos salva. La salvación es un acto de gracia de Dios a través de la fe en Jesucristo, no por nuestras propias obras o esfuerzos. Sin embargo, la santificación personal tiene un propósito crucial en la vida del creyente.
La Salvación es por Gracia mediante la Fe: Efesios 2:8-9: «Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.»
La Santificación Imputada por Cristo: 1ª Corintios 1:30: «Pero por obra suya estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual se ha hecho para nosotros sabiduría de Dios, justificación, santificación y redención.»
- Hebreos 10:10: «En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.»
La Santificación Personal: 4:3: «Porque esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación; que os apartéis de fornicación.»
- 1ª Pedro 1:15-16: «sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.»
Propósito de la Santificación Personal:
Testimonio y Glorificación de Dios: La santificación personal es un testimonio de la transformación que Cristo ha obrado en nosotros y glorifica a Dios a través de nuestras vidas.
- Mateo 5:16: «Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.» Crecimiento Espiritual: La santificación nos ayuda a crecer en nuestra relación con Dios y a conformarnos más a la imagen de Cristo.
- Romanos 8:29: «Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.»
Obediencia y Fruto Espiritual: La santificación es el resultado de vivir en obediencia a los mandamientos de Dios, produciendo fruto espiritual en nuestras vidas.
- Gálatas 5:22-23: «Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.»
En resumen, aunque nuestra propia santificación no es la base de nuestra salvación, es una evidencia de la obra salvadora de Cristo en nosotros y es esencial para nuestro testimonio, crecimiento espiritual y obediencia a Dios.
La santificación que Cristo nos imputa es la que nos salva, y nuestra santificación personal es el resultado y la evidencia de esa salvación.
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