Serie: Pastores Asalariados. La Biblia enseña claramente que los pastores no deben estar motivados por la codicia, especialmente en el manejo de las finanzas del rebaño que se les ha confiado. En 1ª Pedro 5:2-3, el apóstol exhorta a los líderes de la iglesia a cuidar del rebaño de Dios no «por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto«. Esto resalta que la motivación del pastor debe ser servir a Dios y no enriquecerse a expensas de la congregación.
Del mismo modo, Tito 1:7 señala que un obispo debe ser irreprensible y «no codicioso de ganancias deshonestas«. Esta advertencia subraya la importancia de una actitud pura hacia las finanzas, donde la responsabilidad financiera se toma como un acto de mayordomía para la gloria de Dios y no como una oportunidad para el lucro personal.
Cuando un pastor muestra un enfoque codicioso hacia las finanzas, ya sea buscando ventajas económicas o usando el ministerio para acumular riqueza, está actuando en contra de los principios de la mayordomía bíblica. Los miembros de la congregación tienen la responsabilidad de observar y discernir estas actitudes, especialmente aquellos que sirven como ancianos en la iglesia local. Si un pastor está mostrando una postura antibíblica, los ancianos deben confrontarlo con amor y firmeza, buscando una restauración que honre a Dios y al cuerpo de Cristo.
La Escritura también advierte acerca de los falsos pastores, quienes se caracterizan por ser «amadores del dinero» más que de Dios. En lugar de pastorear con un corazón genuino, estos falsos líderes buscan su propio beneficio, llevando al rebaño a la explotación y desviación espiritual. La codicia no tiene lugar en el ministerio, y es responsabilidad tanto de los líderes como de los miembros de la congregación asegurarse de que sus pastores están guiando con integridad, sin caer en las trampas del amor al dinero.
Como mayordomos de los recursos que Dios nos ha confiado, necesitamos reconocer que la labor pastoral debe enfocarse en guiar, servir y edificar a Su pueblo, con una motivación que refleje el amor y la humildad de Cristo. Debemos orar y velar por nuestros pastores, asegurándonos de que su motivación sea correcta y, cuando sea necesario, exhortarles para que se mantengan fieles al llamado de Dios.
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En resumen, los pastores deben mantener un enfoque puro y genuino hacia el servicio, evitando cualquier tipo de codicia, lo cual es un pecado, o deseo de ganancia personal. La verdadera mayordomía en el ministerio implica servir a Dios con integridad, guiando a la congregación sin caer en la tentación del lucro.
Además, los miembros y ancianos de cada congregación local tienen la responsabilidad de vigilar la conducta de sus pastores. Si se observa una motivación incorrecta, deben intervenir con oración, amor y firmeza, buscando la restauración y el alineamiento del pastor con el propósito de Dios.
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