Pelagio; excomulgado

El 27 de enero del año 417 (Historia Antigua), el teólogo británico Pelagio fue excomulgado por herejía debido a sus enseñanzas, las cuales fueron consideradas contrarias a las doctrinas centrales del cristianismo ortodoxo de su tiempo. 

Pelagio fue una figura controvertida en la historia de la Iglesia debido a su rechazo de la doctrina del pecado original y su énfasis en el libre albedrío humano como el medio principal para alcanzar la justicia y la salvación. 

Estas ideas desataron una de las principales disputas teológicas de la Iglesia primitiva, conocida como la controversia pelagiana.

Contexto histórico y doctrinal. Pelagio, nacido probablemente en Britania a mediados del siglo IV, era un monje y teólogo profundamente influido por el rigor moral y el ascetismo de su tiempo. 

Llegó a Roma en algún momento del siglo IV y allí comenzó a ganar seguidores debido a su enseñanza sobre la capacidad humana para vivir una vida de virtud sin la ayuda directa de la gracia divina. 

Pelagio sostenía que Dios había dado al ser humano el libre albedrío y las capacidades necesarias para cumplir con los mandamientos divinos, por lo que la salvación podía ser alcanzada mediante el esfuerzo personal y la vida virtuosa.

En su visión, rechazaba la idea de que el pecado de Adán hubiese tenido consecuencias espirituales heredadas por toda la humanidad. 

Según él, cada persona nacía en el mismo estado de inocencia en el que fue creado Adán, lo que implicaba que no existía una “naturaleza caída” que predispusiera al ser humano al pecado. 

Por tanto, para Pelagio, el bautismo no era necesario para purificar a los niños de un pecado original, sino simplemente un rito de iniciación cristiana.

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Esta perspectiva contradecía profundamente la enseñanza tradicional de la Iglesia, especialmente las ideas desarrolladas por Agustín de Hipona, quien defendía la doctrina del pecado original y la absoluta dependencia de la gracia divina para cualquier acto de justicia y salvación. 

Para Agustín, el pecado de Adán había corrompido a toda la humanidad, y sin la gracia de Dios, era imposible para el ser humano hacer el bien o alcanzar la salvación. 

Esta diferencia teológica se convirtió en el núcleo de la controversia entre los pelagianos y los defensores de la ortodoxia.

La controversia pelagiana y su condena. Las enseñanzas de Pelagio comenzaron a ganar popularidad en Roma y el norte de África, lo que generó una fuerte reacción por parte de Agustín y otros obispos, quienes veían en estas ideas una amenaza al núcleo del mensaje cristiano. 

Agustín escribió extensamente contra Pelagio, defendiendo la necesidad de la gracia divina para superar la inclinación al pecado y alcanzar la salvación. 

Sus obras, como Sobre la gracia y el libre albedrío y Contra dos cartas de los pelagianos, fueron fundamentales en el debate teológico.

El conflicto culminó en una serie de condenas eclesiásticas. En el año 411, en el Concilio de Cartago, las enseñanzas de Pelagio fueron rechazadas, y se afirmó la doctrina agustiniana de la gracia. 

Posteriormente, en el año 416, los sínodos de Milevi y Cartago reafirmaron estas condenas, enviando cartas al Papa Inocencio I para que ratificara las decisiones. 

Aunque inicialmente Pelagio intentó defenderse y escribió varios tratados para explicar sus puntos de vista, su posición fue considerada herética.

El 27 de enero de 417, bajo el pontificado del Papa Zósimo, se emitió la excomunión formal de Pelagio. 

Aunque Zósimo inicialmente había mostrado cierta simpatía hacia Pelagio y su discípulo Celestio, la presión de los obispos africanos y la claridad de las doctrinas pelagianas llevaron al Papa a condenarlas oficialmente.

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La excomunión de Pelagio marcó un hito importante en la definición de la ortodoxia cristiana. 

Sus enseñanzas continuaron teniendo seguidores durante un tiempo, especialmente en algunas regiones de Oriente, pero fueron repetidamente condenadas en concilios posteriores, como el Concilio de Éfeso en el año 431.

La controversia pelagiana tuvo un impacto duradero en el desarrollo de la teología cristiana, particularmente en lo que respecta a la relación entre la gracia divina y el libre albedrío humano. 

Aunque Pelagio fue condenado como hereje, su insistencia en la importancia de la virtud y el esfuerzo humano sigue siendo un tema relevante en discusiones teológicas y éticas.

Por otro lado, las refutaciones de Agustín contra el pelagianismo consolidaron su papel como uno de los teólogos más influyentes en la historia del cristianismo, y su énfasis en la gracia divina moldeó profundamente la doctrina cristiana reformada.

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