Por Fe pero en Cristo; Efesios 2:8

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” Efesios 2:8-9

La afirmación de Theodore Beza, “Nuestra salvación no depende propiamente de nuestra fe, sino de la única cosa que aprehendemos por la fe, a saber, Jesucristo”, nos lleva al corazón de la doctrina de la salvación según la perspectiva reformada. Esta declaración tiene profundas implicaciones teológicas y prácticas, que vale la pena considerar cuidadosamente.

Primero, Beza deja claro que la salvación no tiene su fundamento en la fe como una obra humana o como algo que podamos aportar a Dios. Es un error común pensar que somos salvos porque poseemos fe, como si nuestra fe en sí misma tuviera algún mérito intrínseco o capacidad para salvarnos. Sin embargo, según la Escritura y la teología reformada, la fe es el instrumento por el cual nos apropiamos de Cristo, pero no es la causa ni el fundamento de nuestra salvación. Esto significa que la fe no es la base sobre la que se construye nuestra esperanza eterna, sino el medio por el cual recibimos a Cristo, quien es nuestra justicia, redención y salvación.

Segundo, Beza señala que nuestra fe debe enfocarse en Cristo como el objeto central. Esto significa que la eficacia de nuestra salvación no depende de cuán fuerte, constante o perfecta sea nuestra fe, sino de la persona y la obra de Cristo. Él vivió una vida perfecta en obediencia a la ley de Dios, murió como sustituto por los pecadores y resucitó victorioso sobre el pecado y la muerte. 

Todas esas cosas las recibimos por medio de la fe, pero no porque la fe sea algo poderoso en sí misma, sino porque nos une al Salvador que realizó esta obra perfecta. Por lo tanto, es Cristo quien salva, y nuestra fe simplemente nos lleva a Él.

Tercero, esta enseñanza nos recuerda que toda la salvación es obra de la gracia soberana de Dios. Incluso la fe misma no es algo que generamos por nuestra propia fuerza o voluntad, sino un don de Dios. Como dice Pablo en Efesios 2:8-9, somos salvos por gracia, mediante la fe, y esto no proviene de nosotros mismos, sino que es un regalo de Dios. 

De este modo, nadie puede jactarse de su fe como si fuera su contribución personal a la salvación. En cambio, debemos reconocer que Dios es quien nos da la fe y nos capacita para confiar en Cristo. Esto asegura que toda la gloria de nuestra salvación sea para Dios y no para nosotros.

Finalmente, la afirmación de Beza tiene importantes implicaciones prácticas para la vida cristiana. Nos libera de mirar constantemente a nuestra fe, preguntándonos si es lo suficientemente fuerte, sincera o constante como para salvarnos. 

En lugar de eso, podemos mirar a Cristo y descansar en su obra terminada. Esta verdad nos da seguridad, porque no dependemos de nosotros mismos, sino de Aquel que nunca cambia, nunca falla y nunca pierde a ninguno de los que el Padre le ha dado.

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En resumen, Beza nos enseña que nuestra salvación está completamente asegurada en Cristo, y la fe es el medio por el cual nos apropiamos de esta salvación, no su fundamento. 

Esto nos llama a poner toda nuestra confianza en Cristo y a descansar en la obra perfecta que Él ha realizado en nuestro lugar. 

Así, podemos vivir con gratitud, humildad y una profunda seguridad, sabiendo que nuestra salvación no depende de nosotros, sino del Salvador perfecto.

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