-La comunidad florece cuando damos de lo que tenemos para suplir las necesidades de quienes nos rodean.
-Como mayordomos, debemos estar dispuestos a renunciar a cualquier cosa que nos aleje de Dios, incluso si tiene un valor económico significativo.
-Cuando entregamos lo que nos ata al pasado y nos alejamos de la mundanalidad, estamos invirtiendo en nuestra salud espiritual y cultivando una vida de obediencia.
-La mayordomía incluye no solo lo que damos, sino cómo abrimos nuestro hogar y compartimos lo que tenemos.
-Al ser hospitalarios y generosos, reflejamos el amor de Cristo y ayudamos a suplir las necesidades de otros.
-La generosidad sincera construye comunidad y fortalece la iglesia.
-La mayordomía va más allá de lo material; se trata de valorar lo que tiene verdadero significado.
-En lugar de centrarnos en las posesiones o el bienestar físico, debemos priorizar la justicia, la paz y el gozo que provienen de Dios.
-Nuestras vidas deben reflejan un compromiso con el reino de Dios, que trasciende lo temporal.
-La verdadera mayordomía se enfoca en buscar el bienestar de los demás, no solo el propio.
-Cuando ponemos las necesidades de otros antes que las nuestras, honramos a Dios y fortalecemos nuestras relaciones.
-Ser generosos y atentos con lo que tenemos demuestra nuestro compromiso con el amor y el servicio al prójimo.
-Como mayordomos de los recursos que Dios nos ha confiado, debemos ser fieles y responsables.
-La fidelidad en la administración del tiempo, dones y dinero encomendado por el Señor nuestro Dios refleja nuestra gratitud y compromiso con Él.
-Ser fieles implica usar lo que tenemos de manera que honre a Dios y edifique a los demás.
-La mayordomía abarca toda nuestra vida, ya que hemos sido redimidos a un alto costo.
-El cuidado hacia los necesitados refleja una administración fiel de los recursos que Dios nos ha dado.
-Al ayudar a los más necesitados, honramos a Dios al usar Sus bendiciones para el bien de otros.
-La verdadera libertad incluye servir y apoyar a otros.
-Administrar los recursos, dones y tiempo con generosidad demostramos que nuestra libertad en Cristo se expresa mejor cuando nos amamos y nos servimos unos a otros.
-Vivir como buenos mayordomos es reconocer que todo lo que tenemos y somos está arraigado en Cristo y Su gracia para nosotros.
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