Sabiduría, Inteligencia y Ciencia; Proverbios 3:19-20

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Jehová con sabiduría fundó la tierra; afirmó los cielos con inteligencia. Con su ciencia los abismos fueron divididos, y destilan rocío los cielos.” Proverbios 3:19-20 (RVR1960)

Este pasaje nos revela que Dios, como el soberano creador del universo, diseñó toda la creación con sabiduría, inteligencia y ciencia. Cada palabra del versículo subraya Su carácter perfecto y la precisión divina con la que organiza Su obra. 

Esta sabiduría, aplicada a la creación, también establece un modelo para nosotros, como administradores de los bienes que Él nos ha confiado, incluyendo las finanzas. 

Como siervos de Jesucristo, debemos reconocer que Su sabiduría y conocimiento deben guiar cada aspecto de nuestra vida, incluyendo cómo administramos lo que se nos ha encomendado.

El término “sabiduría” en hebreo, חָכְמָה (chokmah), implica no solo conocimiento intelectual, sino la habilidad para aplicar ese conocimiento de manera práctica y moralmente correcta. 

Esto nos enseña que la administración financiera no solo es un asunto de habilidad técnica, sino de vivir conforme a la voluntad de la Palabra de Dios. 

Al aplicar la sabiduría divina, reconocemos que todo lo que poseemos, incluyendo las riquezas, proviene de nuestro Señor y no de nuestros propios esfuerzos.

La palabra “inteligencia,” תְּבוּנָה (tebunah), se traduce como entendimiento o discernimiento. Esto señala la necesidad de discernir entre lo correcto y lo incorrecto en nuestras decisiones financieras, sometiendo nuestros pensamientos y planes al propósito divino. 

Esta inteligencia no es nuestra, sino un reflejo de la gracia de Dios trabajando en nosotros como ministros de Su reino. Nos recuerda que las decisiones basadas en discernimiento espiritual pueden evitar errores y pecados relacionados con la codicia, el despilfarro o la idolatría del dinero.

El término “ciencia,” דַּעַת (da’ath), enfatiza el conocimiento profundo que pertenece a Dios. Al contemplar la magnitud de Su diseño, se nos llama a buscar Su guía en las finanzas, reconociendo que Jesucristo, la fuente de toda riqueza y provisión, nos equipa con las herramientas necesarias para administrar fielmente lo que Él ha encargado. 

En Deuteronomio 8:18 se nos recuerda: “Acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas,” subrayando que incluso nuestras habilidades para producir bienes son un regalo de Su gracia.

Un ejemplo práctico de este principio se observa en el presupuesto familiar. Un siervo sabio, guiado por la sabiduría de Dios, evalúa cuidadosamente sus ingresos, gastos y ahorros, sometiendo cada decisión financiera al Señor. Por ejemplo, en lugar de gastar en cosas innecesarias o acumulando deudas, utiliza la inteligencia para planificar, el discernimiento para evitar malas inversiones y el conocimiento para comprender que todo lo que administra es propiedad de Dios y debe usarse para Su gloria.

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En resumen, este pasaje nos desafía a aplicar los principios de sabiduría, discernimiento y conocimiento divino en la administración de las finanzas. 

Al hacerlo, honramos a Dios al reconocer que somos solo mayordomos de Sus bienes. 

Este enfoque práctico y sometido a la voluntad de Dios nos protege del pecado del egoísmo y la codicia, ayudándonos a vivir vidas que reflejen la provisión, la gracia y la riqueza de Jesucristo, quien es la fuente de toda bendición.

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