La Biblia transmite el profundo valor que cada individuo posee ante Dios, aunque no se expresa literalmente con las palabras que somos más valiosos que todo el oro del mundo.
Sin embargo, hay varios versículos que enfatizan la preciosa naturaleza de la vida humana y cuánto más valiosa es que cualquier posesión material.
Por ejemplo, en Mateo 10:29-31, Jesús dice: “¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Sin embargo, ni uno de ellos cae a tierra sin el consentimiento de vuestro Padre. Pues bien, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. Así que no temáis; vosotros valéis más que muchos pajarillos”. Aquí, Jesús asegura a sus seguidores de su gran valor a los ojos de Dios, mucho más que las criaturas más pequeñas y aparentemente insignificantes.
Otro pasaje relevante se encuentra en 1ª Pedro 1:18-19, donde el apóstol Pedro habla sobre la redención ofrecida a través de Cristo: “sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la preciosa sangre de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación”. Aquí, el valor de una vida humana se compara con algo mucho más precioso que el oro o la plata, resaltando el inmenso amor y sacrificio de Cristo.
Otros pasajes que complementan este hermoso mensaje sobre el valor inestimable de cada persona a los ojos de Dios incluyen: Salmo 139:13-14: “Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien”. Este pasaje refleja la admiración del salmista por la creación individual y única de cada persona por Dios, destacando el cuidado y la intención divina en nuestra formación.
Lucas 12:6-7: “¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos? Sin embargo, Dios no olvida ni uno de ellos. Pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; vosotros valéis más que muchos pajarillos”. Aquí, Jesús reitera la idea de Mateo 10:29-31, reforzando el valor que cada uno tiene para Dios, incluso más que las pequeñas aves que Él cuida.
Zacarías 2:8: “Porque así dijo Jehová de los ejércitos: Después de la gloria me ha enviado a las naciones que os despojaron; porque el que os toca, toca la niña de sus ojos”. Este versículo simboliza cuán preciados somos para Dios, comparando a su pueblo con la niña de Sus ojos, una expresión que denota gran cuidado y protección.
Isaías 43:4: “Porque a mis ojos fuiste de gran estima, honorable, y yo te amé; por lo que daré hombres por ti, y naciones por tu vida”. En este versículo, Dios declara el alto valor y honor que otorga a su pueblo, asegurando su amor y la extensión a la que iría por ellos.
Estos pasajes bíblicos enfatizan cuán valiosos somos para Dios, destacando que nuestro valor no proviene de nuestras posesiones o logros, sino de ser su creación, amados y redimidos a un alto precio.
Nos recuerdan que, a los ojos de Dios, cada individuo posee un valor incalculable, que supera ampliamente cualquier medida material o terrenal.
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