Quizás sea redundante decirlo, pero es importante enfatizar que no buscamos promover la -cultura del dinero- sino simplemente el ser fieles administradores del Señor Jesucristo.
La cultura del dinero generalmente se refiere a una mentalidad y un conjunto de valores donde el dinero y la riqueza material se consideran de suma importancia, a menudo por encima de otros valores como la moral, la ética, la espiritualidad o las relaciones humanas.
En esa cultura, el éxito y el estatus a menudo se miden por la cantidad de riqueza acumulada o el nivel de consumo que una persona puede permitirse.
Este enfoque puede llevar a una serie de actitudes y comportamientos, como la avaricia, la obsesión por la acumulación de bienes, y una tendencia a valorar a las personas según su riqueza o estatus económico.
Además fomenta una mentalidad competitiva y de auto-centración, donde las relaciones y la comunidad pueden verse comprometidas por el afán de ganancia.
Contrariamente a esto, los principios bíblicos de la mayordomía financiera, promueven la enseñanza de ser fieles administradores, lo que implica una actitud de responsabilidad y humildad en el manejo del dinero y los recursos, viéndolos como un medio para un fin eterno; ayudar al prójimo y servir en el adelanto de la obra del Señor, en lugar de como un fin en sí mismo.
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