-Sobre todas las inclinaciones, aún las más torcidas, apoyémonos en el Señor.
-La pobreza con el Señor es el cielo; las riquezas sin Él serán un infierno.
-Cuando el mundo financiero a nuestro alrededor se pone mucho más difícil, perseverar en los principios bíblicos que gobiernan el dinero es nuestro deber.
-Nos beneficiamos al prestar atención a las acciones, no solo a las palabras. Es crucial escuchar lo que las personas dicen y observar cómo actúan, pues las acciones revelan más sobre sus verdaderos valores e integridad.
-Siempre debemos mantener la mayordomía por y bajo la Palabra Escrita.
-El trabajo, aunque necesario, no siempre es placentero.
-Para administrar bíblicamente el dinero, es fundamental integrar la disciplina, la sabiduría y la oración a nuestros esfuerzos, compromiso y enfoque. Estos elementos nos ayudarán a alinear nuestras decisiones financieras con los principios establecidos en las Escrituras, buscando no solo la prosperidad temporal, sino también el bienestar eterno.
-No podemos cargar con las deudas de ayer y las preocupaciones financieras de mañana; llevar ambas con nosotros y luego manejar los recursos de hoy eficazmente se vuelve un gran peso de culpa.
-Administremos los bienes del Señor con sabiduría, recordando ser buenos mayordomos de las bendiciones que Él nos ha confiado.
-¡Invirtamos con prudencia, administremos con gracia!
-Que una congregación local sea inmensa no significa que esté bien alimentada, sino que esté sobrealimentada con comida chatarra.
-A veces Dios saca más provecho de una vida endeudada que de una vida prosperada.
-No estamos para ser populares, sino para dar a conocer los principios bíblicos que gobiernan la mayordomía financiera.
-Nuestro Señor Jesucristo siempre está dispuesto a satisfacer nuestras necesidades.
-No somos más que polvo y nos creemos más que eso.
-Si no domamos la codicia, por inercia la nutriremos.
-Aprendemos de las pequeñas pérdidas o solo somos de aquellos que muestran su descontento con ellas.
-Ahorrar es esencial para crear riqueza, porque ayuda a evitar gastos de consumo excesivo.
-Nuestro desempeño como siervos del Señor no se mide por no tener problemas financieros, sino por cómo los minimizamos y gestionamos.
-Apuntamos a las grandes ganancias con estrategia y evitamos a toda costa las grandes pérdidas.
-Una buena inversión que puede convertirse en una mala inversión: Pagar un gimnasio y no acudir directamente. Otra inversión que puede convertirse en una mala inversión: Pagar un curso de capacitación y no asistir.
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