Dar y se Os Dará, 2ª Corintios 9:6-11

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2ª Corintios 9:10 dice: «Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia«.

Este versículo está en el contexto de la enseñanza de Pablo sobre la generosidad y el dar. Aquí, Pablo usa la metáfora de la siembra para ilustrar cómo Dios provee a aquellos que son generosos y siembran con sus recursos. 

Al igual que un agricultor recibe semillas para plantar y cosechar, Dios provee a aquellos que son generosos y se comprometen a dar, asegurando que tendrán suficiente no solo para sus necesidades sino también para compartir con otros. La promesa es que Dios multiplicará sus recursos y sus obras de justicia.

El pasaje utiliza la metáfora de la semilla y la siega para transmitir la idea de provisión divina y multiplicación en respuesta a la generosidad. Sugiere que Dios es el proveedor inicial de la semilla (recursos) y del pan (sustento). 

Al decir «el que da semilla al que siembra,» se subraya que Dios es quien da los recursos necesarios para que podamos sembrar (dar, compartir, invertir en el reino de Dios). 

Al sembrar generosamente, Dios promete que proveerá más semillas para futuras siembras y multiplicará los frutos de nuestra justicia, lo que implica una bendición continua y creciente.

La idea no es que nunca se tuvo semilla, sino que Dios asegura un ciclo continuo de provisión y bendición. Al ser generosos y fieles en la siembra, Dios se compromete a proveer continuamente, asegurando que siempre tendremos lo necesario para sembrar nuevamente. 

En otras palabras, la generosidad desencadena un ciclo de bendición en el cual Dios sigue proveyendo y multiplicando lo que tenemos para que podamos seguir siendo generosos.

Por lo tanto, no es tanto que se vuelva a dar semilla específicamente por la misma siega, sino que la práctica de la generosidad lleva a una provisión continua y aumentada de recursos por parte de Dios, permitiéndonos seguir siendo una bendición para otros.

La idea de que Dios provee semilla al sembrador y pan al que come se basa en varios principios y textos del Antiguo Testamento, aunque no se encuentra exactamente como una parábola específica. 

Sin embargo, podemos encontrar temas y conceptos similares en pasajes que hablan sobre la provisión y la bendición de Dios, especialmente en el contexto de la agricultura y la obediencia a sus mandamientos. Algunos pasajes relevantes son:

Isaías 55:10-11 dice: “Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.”

Este pasaje de Isaías usa una imagen similar de la semilla y el pan para ilustrar la eficacia y la provisión de la palabra de Dios. Al igual que la lluvia y la nieve que caen y hacen germinar la semilla, la palabra de Dios cumple su propósito y provee lo necesario para la vida.

Salmo 126:5-6 dice: “Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas.”

Aquí, la imagen de sembrar y segar se usa para describir el ciclo de dolor y alegría, esfuerzo y recompensa, que experimentan los fieles. La semilla que se siembra con lágrimas produce una cosecha de alegría.

Génesis 8:22 dice: “Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche.”

Este versículo, aunque no habla directamente de la provisión de semilla por parte de Dios, establece la constancia de los ciclos naturales de siembra y cosecha, lo que subraya la fidelidad de Dios en mantener la creación y proveer para sus criaturas.

Estos pasajes, entre otros, reflejan el tema de la provisión divina y la bendición que sigue a la obediencia y la fidelidad, temas que Pablo retoma y amplía en sus enseñanzas en el Nuevo Testamento.

La frase «aumentar los frutos de vuestra justicia» se refiere a cómo Dios multiplicará los resultados positivos de las acciones justas y generosas de los creyentes. Esta expresión puede entenderse de varias maneras:

Dios promete que, al ser generosos y justos, nuestras acciones producirán efectos positivos en nuestra vida espiritual y moral. Esto puede incluir un crecimiento en virtud, carácter y testimonio cristiano.

La justicia y la generosidad de los creyentes no solo benefician al dador, sino que también tienen un impacto positivo en aquellos que reciben la ayuda. Al aumentar los frutos de nuestra justicia, Dios asegura que nuestras acciones tengan un efecto multiplicador, beneficiando a más personas y extendiendo su reino.

La Biblia enseña que nuestras acciones justas y generosas serán recompensadas por Dios, no solo en esta vida, sino también en la eternidad. Esto incluye tanto las bendiciones materiales como las espirituales.

Al aumentar los frutos de nuestra justicia, Dios puede proporcionarnos más recursos y oportunidades para ser generosos. Esto crea un ciclo de bendición donde, al dar, recibimos más para poder seguir dando.

En resumen, «aumentar los frutos de vuestra justicia» significa que Dios multiplicará los buenos resultados de nuestras acciones justas y generosas, tanto en nuestra vida como en la de los demás, y nos permitirá continuar siendo una fuente de bendición.

La referencia a «aumentar los frutos de vuestra justicia» en 2ª Corintios 9:10, así como el concepto de que Dios da semilla al que siembra, no se presenta como una parábola en un sentido estricto, sino como parte de la enseñanza de Pablo en sus cartas a los Corintios. Aquí está el contexto de esta enseñanza:

En 2ª Corintios 8 y 9, Pablo está animando a la iglesia en Corinto a ser generosa en su apoyo financiero a los santos en Jerusalén que estaban pasando por dificultades. La enseñanza se centra en la generosidad y la bendición que viene al dar con un corazón dispuesto. 

Pablo quiere asegurarse de que los corintios comprendan que su generosidad no solo beneficiará a los destinatarios, sino que también resultará en bendiciones espirituales y materiales para ellos mismos.

2ª Corintios 9:6-11: En estos versículos, Pablo usa metáforas agrícolas para ilustrar los principios de la siembra y la cosecha en el contexto de dar generosamente:

«Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.»

«Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.»

«Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra;»

«Como está escrito: Repartió, dio a los pobres; Su justicia permanece para siempre.»

«Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia;»

«Para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios.»

Pablo está enseñando a los corintios que la generosidad no solo es un deber cristiano, sino que también es una oportunidad para experimentar la provisión y bendición de Dios. 

Al dar con un corazón alegre y dispuesto, Dios promete proveer y multiplicar sus recursos, permitiéndoles seguir siendo generosos y así, producir un ciclo de bendición.

La idea es que, así como un agricultor que siembra abundantemente cosechará abundantemente, los cristianos que dan generosamente también experimentarán la abundancia de Dios en sus vidas. 

Este ciclo de dar y recibir no solo beneficia a los receptores inmediatos, sino que también produce acciones de gracias y alabanzas a Dios, reflejando su provisión y gracia.

En resumen, el contexto de esta enseñanza es el exhortar a los creyentes a ser generosos, confiando en que Dios proveerá y multiplicará los recursos para que puedan continuar siendo una bendición para otros.

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