Optar por no practicar yoga se basa en varias razones, enfocándose no solo en los aspectos físicos sino también en los espirituales y culturales asociados con esta práctica.
Si bien los ejercicios físicos del yoga, que incluyen posturas y técnicas de respiración, pueden ser beneficiosos para la salud y el bienestar general, y similares en aspecto a lo que comúnmente se conoce como ejercicios de estiramiento o elongación, las preocupaciones surgen principalmente en torno a la dimensión espiritual y filosófica del yoga.
La meditación en el yoga a menudo se enraíza en prácticas y creencias del hinduismo y el budismo. En estos contextos religiosos, la meditación no solo busca la relajación o el alivio del estrés, sino que también implica una búsqueda de iluminación espiritual o unión con lo divino.
Esta dimensión de la meditación es motivo de reserva para quienes consideramos que participar en estas prácticas es incompatible con nuestros propios principios espirituales de fe, que rechazan completamente la idolatría y dichas religiones que la promueven.
Por lo tanto, algunas personas optan por ejercicios de estiramiento o técnicas de relajación que no involucran los aspectos espirituales asociados con el yoga, buscando beneficiarse de la actividad física mientras mantienen una coherencia con sus creencias y valores personales.
En estos casos, se prefieren actividades etiquetadas específicamente como ejercicios de estiramiento o elongación, que se centran en mejorar la flexibilidad, la fuerza y el bienestar físico, sin incorporar elementos de meditación que se originen en prácticas religiosas o espirituales específicas.
Esa elección permite a las personas disfrutar de los beneficios físicos de los ejercicios sin comprometer sus principios espirituales y culturales.
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