Benjamin Keach

El 8 de octubre de 1664, Benjamin Keach, un ministro bautista y escritor, fue llevado ante un magistrado y acusado de comportamiento escandaloso por haber impreso un manual bautista para niños titulado The Child’s Instructor; or, a New and Easy Primmer (El Instructor de los Niños; o, un Nuevo y Fácil Primer). Esta obra, que pretendía enseñar los principios básicos de la fe bautista a los niños, fue considerada subversiva y “cismática” por las autoridades de la época.

En el contexto de la Inglaterra del siglo XVII, marcada por tensiones religiosas y persecuciones, las creencias bautistas a menudo se veían como una amenaza al orden establecido de la Iglesia Anglicana y, por extensión, al estado.

Contexto de la Persecución Religiosa. La Inglaterra de mediados del siglo XVII estaba profundamente dividida en cuanto a la religión. La Iglesia Anglicana, respaldada por la monarquía, era la religión oficial del estado, y cualquier desviación de sus doctrinas o prácticas se consideraba peligrosa.

Los bautistas, junto con otros grupos disidentes como los cuáqueros y los puritanos, eran frecuentemente perseguidos, pues sus enseñanzas cuestionaban la autoridad de la iglesia establecida. En este contexto, los escritos religiosos de Keach fueron considerados una forma de cisma, que iba en contra de las enseñanzas anglicanas.

Benjamin Keach, que había abrazado el bautismo y defendía el bautismo de creyentes en lugar del bautismo de infantes, publicó su libro The Child’s Instructor como una manera de transmitir los principios de la fe bautista a las nuevas generaciones.

Ese manual era un texto introductorio que facilitaba a los niños el aprendizaje de la doctrina bautista, incluyendo temas como la salvación, el bautismo y la interpretación de las Escrituras desde una perspectiva bautista.

La publicación de este libro fue vista como un desafío directo a la autoridad religiosa y al control doctrinal de la Iglesia Anglicana sobre la educación religiosa.

La Sentencia y el Castigo. La sentencia que le impuso el tribunal fue severa y buscaba no solo castigar a Keach, sino también hacer un ejemplo de él ante el público. La sentencia dictaminaba: “Que serás llevado a la cárcel por una quincena sin derecho a fianza o garantía; y el próximo sábado deberás estar en el cepo en Ailsbury por el espacio de dos horas, desde las once hasta la una, con un cartel en la cabeza con la siguiente inscripción: Por escribir, imprimir y publicar un libro cismático, titulado ‘El Instructor de los Niños; o, un Nuevo y Fácil Primer’. Y el próximo jueves deberás hacer lo mismo, de la misma manera y por el mismo tiempo, en el mercado de Winslow; y allí tu libro será quemado abiertamente ante tu rostro por el verdugo público, como una afrenta hacia ti y tu doctrina. Además, deberás pagar a Su Majestad el Rey la suma de 20 libras, y permanecerás en la cárcel hasta que encuentres garantías para tu buen comportamiento y comparezcas en las próximas sesiones, donde deberás renunciar a tu doctrina y hacer una sumisión pública según lo que se te ordene.”

El castigo fue deliberadamente humillante. Al obligarlo a permanecer en el cepo y a portar un cartel que proclamaba su “delito”, se pretendía avergonzarlo públicamente y disuadir a otros de difundir ideas similares.

Además, la quema pública de su libro por el verdugo tenía como objetivo desacreditar y ridiculizar sus enseñanzas, mostrando que sus escritos no solo eran rechazados, sino también considerados peligrosos.

El Impacto en Keach y el Movimiento Bautista. A pesar de esta condena, Benjamin Keach no se retractó de sus creencias. Su encarcelamiento y los castigos públicos no hicieron más que fortalecer su convicción y su compromiso con la fe bautista.

Tras su liberación, Keach continuó predicando y escribiendo, convirtiéndose en una figura central en el movimiento bautista inglés. En años posteriores, publicó numerosos sermones, himnos y tratados, y se destacó por su trabajo en favor de la libertad religiosa y la separación de la Iglesia y el Estado.

El caso de Keach se convirtió en un símbolo de la resistencia de los bautistas y otros disidentes religiosos frente a la opresión del Estado y la Iglesia oficial.

Su perseverancia inspiró a otros a seguir defendiendo su fe a pesar de la persecución, y su legado contribuyó a fortalecer el movimiento bautista en Inglaterra y en otras partes del mundo.

Además, su experiencia ayudó a sensibilizar a la sociedad sobre la necesidad de una mayor libertad religiosa, lo que finalmente contribuyó al desarrollo de políticas de tolerancia y libertad de culto en años posteriores.

Reflexión sobre la Persecución Religiosa y la Libertad de Expresión. El castigo infligido a Benjamin Keach refleja el ambiente de intolerancia religiosa de la época, donde la divergencia de pensamiento era vista como una amenaza a la estabilidad del Estado.

Su historia nos recuerda la importancia de la libertad de expresión y de la libertad religiosa, principios que hoy valoramos y que son fundamentales en muchas sociedades modernas.

La persecución de Keach por intentar educar a los niños en su fe resalta la relevancia de la libertad de enseñanza y la capacidad de los individuos y las comunidades para transmitir sus creencias y valores sin temor a la represión.

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En resumen, el 8 de octubre de 1664 fue un día que marcó no solo la vida de Benjamin Keach, sino también el movimiento bautista en su conjunto.

La firmeza de Keach en su fe y su disposición a soportar el castigo por sus creencias resuenan hasta hoy como un símbolo de la perseverancia ante la opresión y la importancia de la libertad de fe y expresión.

Su legado es un testimonio de la lucha por la libertad de conciencia y un recordatorio de que la resistencia pacífica puede provocar cambios significativos en la sociedad.

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