Como para el Señor, Colosenses 3:23

Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” Colosenses 3:23

La Biblia nos llama a ser mayordomos fieles de los recursos que Dios nos ha confiado. Este versículo de Colosenses establece una base firme para desarrollar principios bíblicos en la mayordomía financiera.

Todo: La palabra «todo» nos recuerda que la mayordomía financiera abarca todos los aspectos de nuestras finanzas. No se limita a cómo gastamos nuestro dinero, sino que incluye cómo lo ganamos, ahorramos, invertimos y damos. Cada decisión financiera debe estar bajo el señorío de Cristo, reconociendo que todo lo que tenemos proviene de Él y le pertenece.

Hagáis: Esta palabra enfatiza la acción. No basta con tener buenos deseos o intenciones; debemos actuar de manera concreta y deliberada en nuestras finanzas. La planificación y el presupuesto son herramientas esenciales que nos ayudan a administrar bien los recursos. Debemos ser diligentes en nuestro trabajo y en cómo manejamos nuestro dinero, reflejando así una ética de trabajo cristiana.

Hacedlo: Aquí se subraya la importancia de la actitud con la que realizamos nuestras acciones financieras. No se trata solo de qué hacemos, sino de cómo lo hacemos. La integridad y la honestidad deben ser la base de todas nuestras transacciones financieras. Debemos evitar la avaricia y la codicia, y buscar la justicia y la equidad en todas nuestras relaciones económicas.

Corazón: La mayordomía financiera no es solo una cuestión de acciones externas, sino que también involucra nuestro corazón. Nuestras actitudes y motivaciones son cruciales. Debemos manejar nuestras finanzas con un corazón agradecido y generoso, recordando que Dios ama al dador alegre. Además, debemos confiar en Dios y no en las riquezas, sabiendo que Él es nuestro proveedor y sustento.

Para el Señor: Este principio nos llama a vivir nuestras vidas, incluyendo nuestras finanzas, como un acto de adoración a Dios. Todo lo que hacemos con nuestro dinero debe ser para glorificar a Dios y no para nuestra propia vanagloria. Debemos buscar primero el reino de Dios y su justicia, confiando en que todas nuestras necesidades serán suplidas.

No para los hombres: La motivación detrás de nuestra administración financiera no debe ser complacer a los hombres ni buscar su aprobación. Debemos ser fieles a Dios en cómo manejamos nuestras finanzas, incluso si eso significa tomar decisiones impopulares o contraculturales. Nuestra meta es agradar a Dios, no a los hombres, y vivir de acuerdo con sus principios y valores.

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En resumen, la mayordomía financiera bíblica implica manejar nuestros recursos con integridad, diligencia, generosidad y una actitud de adoración a Dios. Al aplicar estos principios en nuestras finanzas, no solo honramos a Dios, sino que también experimentamos su bendición y provisión en nuestras vidas.

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