Si la gente no comprende su propia corrupción y esclavitud al pecado, es muy probable que tampoco comprenda su mal manejo de las finanzas.
La palabra del Señor enfatiza que la depravación total afecta todos los aspectos de la existencia humana, incluyendo nuestras capacidades y decisiones.
También enseña que sin una comprensión de nuestra naturaleza pecaminosa y sin la intervención divina, nuestras decisiones, incluidas las financieras, pueden estar profundamente influenciadas por nuestros deseos e inclinaciones pecaminosas.
La sabiduría y la guía divinas son cruciales para iluminar nuestra comprensión y práctica en todas las áreas de la vida, incluido el manejo de nuestras finanzas.
Además, es importante reconocer que el problema de nuestro mal manejo de las finanzas frecuentemente radica en una cuestión del corazón, tales como la codicia, avaricia, tacañería, y otros pecados como el materialismo, la envidia y la falta de contentamiento.
Pecados que reflejan una confianza mal colocada en las riquezas terrenales en lugar de en la providencia de Dios.
La Escritura nos enseña que debemos buscar primero el reino de Dios y su justicia, confiando en que, al hacerlo, todas nuestras necesidades serán satisfechas según sus ricas bendiciones.
Por lo tanto, una verdadera comprensión y transformación de nuestro corazón hacia los valores del reino pueden conducir a un manejo más sabio y justo de nuestras finanzas, reflejando la generosidad, la administración fiel y el amor al prójimo que son acordes con la voluntad de Dios.
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