En la actualidad, se nos presenta una oportunidad invaluable de explorar en profundidad la Mayordomía Bíblica. Sin embargo, enfrentamos un gran desafío: el desinterés generalizado en profundizar en este conocimiento.
Esta apatía es, en parte, consecuencia de la difusión del falso “evangelio” de la prosperidad. Ese enfoque erróneo sugiere que, ante cualquier dificultad financiera, Dios intervendrá de manera milagrosa para solucionar nuestros muchos problemas de deudas.
No obstante, esta perspectiva no refleja la forma en que Dios actúa. La realidad es que Dios no se manifiesta exclusivamente a través de milagros aislados; más bien, Él obra mediante Su Palabra escrita.
A través de las Escrituras, Dios nos santifica, nos moldea a la imagen de Cristo, y nos instruye sobre cómo administrar sabiamente las riquezas que nos ha confiado. Por ello, es esencial que dediquemos tiempo y esfuerzo a estudiar detenidamente Su palabra escrita, con el objetivo de comprender y aplicar todos los principios relacionados con las finanzas desde una perspectiva bíblica.
Esta tarea de escudriñar las Escrituras no es solo un deber, sino también un privilegio. Nos ofrece la posibilidad de reencaminar nuestras vida financiera con la voluntad de Dios, donde encontramos la guía efectiva.
En este proceso de aprendizaje y aplicación de los principios bíblicos sobre el dinero, podemos esperar experimentar una transformación profunda en las finanzas, para nuestra prosperidad y bienestar general.
Por lo tanto, es imperativo que rechacemos las falsedades promovidas por el “evangelio” de la prosperidad y nos comprometamos a un estudio diligente de la Palabra de Dios.
Así podremos comprender plenamente y poner en práctica los principios de la Mayordomía Bíblica, asegurando que nuestras vidas financieras no solo honren a Dios, sino que también nos impulsen a llevar el único Evangelio de salvación y vida eterna.
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