La neurociencia ha demostrado que los estímulos negativos provocan respuestas más grandes en el cerebro que los positivos.
Este fenómeno, conocido como “sesgo de negatividad”, se debe a que nuestro cerebro está biológicamente predispuesto a prestar más atención y a reaccionar más intensamente a las experiencias negativas.
Esta mayor reactividad a lo negativo probablemente “evolucionó” como un mecanismo de supervivencia, ya que prestar atención a las amenazas podría haber aumentado las posibilidades de supervivencia de nuestros antepasados.
Los estudios han mostrado que los estímulos negativos generan una mayor actividad eléctrica en la corteza cerebral comparado con los estímulos positivos.
Este sesgo no solo afecta nuestra atención y memoria, sino que también influye en nuestras decisiones y comportamiento, haciendo que los eventos negativos parezcan más importantes y duraderos que los positivos.
Para mejorar el sesgo de negatividad requiere esfuerzo consciente y práctica regular.
Aquí hay algunas estrategias basadas en la investigación:
Hacer un hábito de anotar cosas por las que estamos agradecidos cada día puede ayudar a contrarrestar el sesgo de negatividad.
La gratitud activa áreas del cerebro asociadas con la liberación de dopamina y serotonina, los neurotransmisores de la felicidad.
Cuando te encuentres fijándote en algo negativo, intenta conscientemente redirigir tu atención a algo positivo. Esto puede ser cualquier cosa que te traiga alegría o satisfacción, como un recuerdo feliz o un logro reciente.
La Terapia Cognitiva Conductual (TCC) ayuda a identificar y cambiar patrones de pensamiento negativo. Los terapeutas pueden proporcionar herramientas para desafiar y modificar estos pensamientos automáticos negativos.
Estas prácticas de fijar el pensamiento en algo puntual puede ayudar a aumentar la conciencia de tus pensamientos y emociones sin juzgarlos, lo que puede reducir la tendencia a rumiar sobre experiencias negativas.
Pequeñas experiencias positivas repetidas pueden tener un efecto acumulativo y ayudar a contrarrestar el sesgo de negatividad. Actividades como pasar tiempo con amigos, disfrutar de hobbies o simplemente disfrutar de la naturaleza pueden ser beneficiosas.
Ser amable contigo mismo y practicar la autocompasión puede reducir la reactividad a los eventos negativos. Trátate con la misma comprensión y paciencia que ofrecerías a un amigo cercano.
Implementar estas estrategias de manera consistente puede ayudar a reducir el impacto del -sesgo de negatividad- y mejorar el bienestar emocional en general.
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