En la Actualidad o en la Eternidad

En la actualidad, las personas tienden a enfocarse en poseer bienes materiales, riqueza y comodidad. Sin embargo, la Biblia nos exhorta a poner nuestra mirada en lo eterno, en las bendiciones que Dios nos ha prometido para la vida futura.

  • En la actualidad: Muchas personas valoran posesiones materiales y logros terrenales: «No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan.» (Mateo 6:19)
  • Para la eternidad: En contraste, Dios nos llama a buscar tesoros en el cielo, que son incorruptibles y eternos: «Sino hacéos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.» (Mateo 6:20)

Qué atesora ahora o qué atesora para siempre

A menudo, las personas atesoran cosas que tienen un valor temporal y que eventualmente pasarán. La Biblia nos invita a atesorar lo que tiene valor eterno y que permanecerá para siempre.

  • Atesora ahora: Las riquezas y bienes materiales son frecuentemente lo que las personas atesoran en esta vida: «Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?» (Mateo 16:26)
  • Atesora para siempre: Las Escrituras nos enseñan a atesorar las cosas espirituales y eternas, como la relación con Dios y las buenas obras: «A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.» (1 Timoteo 6:17)

Qué valora en el presente o qué valora para la eternidad

El valor que damos a las cosas en esta vida refleja nuestras prioridades. La Biblia nos insta a valorar lo que es verdaderamente importante y eterno.

  • Valora en el presente: Las personas a menudo valoran el éxito, la fama y la aprobación de los demás: «Engañoso es el encanto y pasajera la belleza; pero la mujer que teme al Señor será alabada.» (Proverbios 31:30)
  • Valora para la eternidad: Debemos valorar nuestra relación con Dios, el temor de Dios y la vida piadosa, que tienen recompensas eternas: «Pues donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.» (Mateo 6:21)

Qué sostiene hoy o qué guarda para la inmortalidad

Lo que sostenemos hoy puede ser temporal y pasajero. La Biblia nos enseña a guardar lo que tiene valor eterno y que nos sostiene más allá de esta vida.

  • Sostiene hoy: Muchas personas confían en sus recursos y capacidades humanas para sostenerse en la vida: «Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.» (Proverbios 3:5)
  • Guarda para la inmortalidad: La fe en Cristo y la esperanza de la vida eterna son lo que verdaderamente nos sostiene y nos guarda para la inmortalidad: «Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros.» (2 Corintios 4:7)

Qué considera precioso en este momento o qué considera precioso por la eternidad

Las cosas que consideramos preciosas pueden revelar mucho sobre nuestras prioridades. La Biblia nos insta a considerar preciosas las cosas que tienen valor eterno.

  • Precioso en este momento: A menudo, las personas consideran preciosos los bienes materiales, las relaciones terrenales y los placeres temporales: «Así que no ponemos nuestra mirada en las cosas visibles, sino en las invisibles; ya que las cosas visibles son temporales, pero las invisibles son eternas.» (2 Corintios 4:18)
  • Precioso por la eternidad: Dios nos llama a considerar preciosas las promesas de la vida eterna, la presencia de Dios y las bendiciones celestiales: «La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; el precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos.» (Salmos 19:7-8)

En conclusión, las Escrituras nos guían a enfocar nuestras vidas no en lo temporal y perecedero, sino en lo eterno y perdurable. Esto incluye nuestras posesiones, lo que atesoramos, lo que valoramos, lo que nos sostiene y lo que consideramos precioso. Al alinear nuestras prioridades con la Palabra de Dios, podemos vivir vidas que reflejen la eternidad y el reino de Dios, tanto ahora como para siempre.

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