Figuras de Dicción: Acróstico

Acróstico. Cuando la verdad se oculta en la forma y se revela en el orden

Definición general. El Acróstico (del griego akros, “extremo” y stichos, “verso”) es una figura de dicción que consiste en construir una composición literaria —generalmente poética— en la cual las letras iniciales, medias o finales de cada línea forman una palabra, frase o secuencia determinada, cuando se leen en un orden específico. 

En la Biblia, los acrósticos se utilizan para resaltar el orden divino, facilitar la memorización y manifestar de forma simbólica la totalidad de un tema, como ocurre con el uso del alfabeto hebreo.

Esta figura une belleza, estructura y significado. No solo lo que se dice importa, sino cómo está construido. Detrás de un aparente poema o lamento se esconde un mensaje aún más profundo, accesible solo al lector atento.

Bullinger la clasifica como una figura de composición, dentro de las formas artificiales, donde el propósito es enseñar, enfatizar o reforzar ideas mediante una disposición sistemática de las letras.

Características del Acróstico:

• Utiliza letras en posición fija (inicio, centro o final) para formar una secuencia reconocible

• Es más común en himnos, salmos o poesía sapiencial

• Sirve para memorización y enseñanza doctrinal

• Puede simbolizar totalidad, como ocurre con los acrósticos alfabéticos

• Refleja orden divino y diseño intencional en el texto

Ejemplos bíblicos:

Salmo 119. Este salmo es el acróstico más extenso de toda la Escritura. Consta de ciento setenta y seis versículos divididos en veintidós secciones, cada una encabezada por una letra del alfabeto hebreo. Cada sección contiene ocho versículos que comienzan con esa misma letra. Este diseño no es solo estilístico, sino profundamente espiritual: simboliza que toda la Ley de Dios abarca “desde Alef hasta Tav”, es decir, de la A a la Z del hebreo.

Lamentaciones 3. Jeremías construye esta elegía en forma de acróstico triple: cada grupo de tres versículos comienza con la misma letra hebrea, en orden alfabético. Esta estructura ordenada contrasta con el caos de la destrucción de Jerusalén, reflejando que aún en el dolor, Dios mantiene el control.

Proverbios 31:10–31. El poema de la mujer virtuosa es un acróstico alfabético. Cada verso comienza con una letra sucesiva del alfabeto hebreo. Esta forma no solo ayuda a recordar las cualidades descritas, sino que sugiere que la virtud de esta mujer lo abarca todo: desde el principio hasta el fin.

Diferencias con otras figuras similares:

• No es lo mismo que el paralelismo hebreo (como el sinónimo o antitético), que se enfoca en el contenido y relación entre líneas. El Acróstico destaca la estructura formal.

• No es una alegoría ni un símbolo: no comunica por medio de representaciones, sino por construcción literal oculta.

• Tampoco debe confundirse con el código secreto: el acróstico es evidente en el orden, no en el ocultamiento.

Usos teológicos y prácticos:

• Expresar que Dios es Dios de orden, incluso en la poesía y el lamento.

• Favorecer la memorización de pasajes importantes, especialmente entre niños o en tradiciones orales.

• Dar estructura a temas que abarcan totalidad, como la sabiduría o la fidelidad divina.

• Mostrar belleza literaria como reflejo del Creador, que no solo comunica, sino que embellece lo que comunica.

Aplicación homilética. El Acróstico puede emplearse como modelo didáctico o estilístico en la predicación y enseñanza. 

Por ejemplo:

• Construir un mensaje con cada punto iniciando con letras consecutivas del alfabeto.

• Usar el acróstico de un nombre bíblico para ilustrar las virtudes que representa (ej. “P-A-B-L-O: Perseverante, Amante, Bíblico, Luminoso, Obediente”).

• En devocionales, invitar al oyente a formar su propio acróstico de alabanza o confesión.

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Conclusión. El Acróstico no es un simple adorno literario. 

En la Biblia, es una figura que refleja disciplina espiritual, pedagogía divina y belleza teológica. 

Invita al lector a descubrir que incluso el orden de las letras puede glorificar a Dios.

Así también es la Palabra: no solo lo que dice, sino cómo está tejida, revela que cada detalle —hasta la primera letra de cada línea— responde al diseño del Altísimo. 

En cada acróstico bíblico resuena un mensaje: Dios no solo habla, también ordena, estructura y embellece Su verdad.

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