El 12 de enero de 1822 (Historia Contemporánea), George Müller, quien más tarde sería reconocido como un destacado líder cristiano y defensor de la fe, fue liberado del Castillo de Wolfenbütteldespués de cumplir una condena de treinta y seis días por un delito de robo.
Este evento, aunque oscuro en su historia personal, marcó el inicio de un profundo cambio en su vida que eventualmente lo llevaría a convertirse en un modelo de fe y confianza en la provisión divina.
En sus primeros años, George Müller estuvo alejado de los principios cristianos. Fue conocido por su estilo de vida inmoral, caracterizado por el engaño, la avaricia y la irresponsabilidad.
Sin embargo, esta etapa de rebeldía culminó con su encarcelamiento, que puede interpretarse como un punto de inflexión en su vida.
Poco después de su liberación, en 1825, Müller tuvo un encuentro transformador con el Evangelio de Jesucristo que cambió radicalmente el rumbo de su existencia.
Este cambio no solo le dio una nueva perspectiva sobre la vida, sino que también lo impulsó a dedicar su vida al servicio de Dios.
Una vez convertido, Müller emigró a Inglaterra, donde se integró en la comunidad cristiana y comenzó a desempeñar un papel importante como pastor y predicador.
En ese contexto, desarrolló un profundo compromiso con los principios de la oración, la fe y la dependencia total de Dios.
Fue esta fe la que lo llevó a fundar los famosos Orfanatos de Ashley Down en Bristol, Inglaterra, un proyecto monumental que marcó un antes y un después en el cuidado de huérfanos en el siglo XIX.
Lo que distinguió a George Müller de otros filántropos y líderes sociales de su tiempo fue su enfoque en confiar únicamente en la provisión de Dios para financiar su ministerio.
A lo largo de su vida, Müller se negó a pedir donaciones directamente o a recurrir a métodos tradicionales de recaudación de fondos.
En lugar de ello, presentaba sus necesidades únicamente en oración, confiando en que Dios movería los corazones de las personas para proveer lo necesario.
Esta práctica, que muchos consideraban radical, resultó ser un testimonio poderoso de la fidelidad de Dios, ya que logró sostener a miles de huérfanos y construir varias instalaciones completamente a través de donaciones voluntarias.
Los orfanatos de Ashley Down se convirtieron en un ejemplo tangible de la fe práctica de George Müller.
Durante más de seis décadas, Müller cuidó de más de diez mil huérfanos, proporcionándoles educación, vivienda y una base moral sólida basada en los principios cristianos.
Además, su influencia no se limitó a la obra social; sus registros detallados de oración y provisión sirvieron como una inspiración para creyentes en todo el mundo, alentándolos a confiar más plenamente en la soberanía y la provisión de Dios.
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George Müller vivió hasta los 92 años, dedicando su vida no solo a cuidar de los necesitados, sino también a proclamar el Evangelio en más de 40 países, viajando extensamente y motivando a otros a seguir un camino de fe y dependencia en Dios.
Su legado sigue vivo como un recordatorio del poder transformador del Evangelio y de lo que Dios puede hacer a través de una vida completamente rendida a Él.
La fecha del 12 de enero de 1822, aunque aparentemente pequeña en comparación con todo lo que Müller logró, marca un punto de partida significativo en su historia. Es un recordatorio de cómo Dios puede redimir incluso los momentos más oscuros de nuestras vidas para Su gloria y el bien de otros.
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