El 22 de noviembre de 1873 (Historia Contemporánea), ocurrió una tragedia marítima que marcaría profundamente la historia de la fe cristiana y la música sacra. Ese día, el barco francés Ville du Havre, que viajaba desde Nueva York hacia Europa, se hundió en el océano Atlántico Norte tras colisionar con otro barco, el Loch Earn.
En el desastre, perecieron las cuatro hijas de Horatio Gates Spafford, un abogado prominente de Chicago. Las niñas, llamadas Anna, Margaret Lee, Elizabeth y Tanetta, viajaban junto a su madre, Anna Spafford, quien sobrevivió milagrosamente al naufragio.
La familia Spafford ya había enfrentado una serie de tragedias devastadoras antes de este suceso. En 1871, habían perdido gran parte de sus bienes y propiedades durante el Gran Incendio de Chicago, una catástrofe que devastó la ciudad y dejó a miles sin hogar. Sin embargo, su fe y determinación como cristianos permanecieron fuertes.
Decidieron emprender un viaje familiar a Europa para recuperarse de las pérdidas y colaborar con el evangelista Dwight L. Moody en una serie de conferencias. Horatio, sin embargo, se retrasó debido a asuntos de negocios relacionados con la reconstrucción en Chicago, y envió primero a su esposa e hijas, planeando reunirse con ellas más tarde.
El fatídico viaje a bordo del Ville du Havre terminó en desastre. En la noche del 22 de noviembre, tras la colisión, el barco se hundió en menos de 12 minutos, llevándose consigo la vida de la mayoría de los pasajeros, incluidas las cuatro hijas de los Spafford. Anna, aferrada a una tabla de madera, fue rescatada por un barco cercano. Desde Cardiff, Gales, envió un telegrama a su esposo con las desgarradoras palabras: “Salvada sola”.
Cuando Horatio Spafford recibió la noticia, quedó devastado, pero rápidamente tomó un barco para reunirse con su esposa en Inglaterra. Durante el viaje, mientras el barco en el que viajaba pasaba por el lugar donde habían perecido sus hijas, Horatio experimentó una paz sobrenatural en medio de su dolor.
Fue en ese lugar donde comenzó a escribir las palabras que se convertirían en el himno cristiano “It Is Well with My Soul” (“Estoy bien con mi alma”).
Este himno, escrito desde lo más profundo de una fe probada por el sufrimiento, refleja una confianza inquebrantable en la soberanía y el amor de Dios, incluso en medio de las tragedias más terribles. Las primeras líneas dicen:
“When peace like a river attendeth my way,
When sorrows like sea billows roll;
Whatever my lot, Thou hast taught me to say,
It is well, it is well with my soul.”
(“Cuando la paz como un río inunda mi camino,
Cuando las penas como olas me golpean;
Sea lo que sea mi destino, Tú me has enseñado a decir:
Estoy bien, estoy bien con mi alma.”)
La historia detrás de este himno ha conmovido a millones de creyentes a lo largo de los años, y su mensaje sigue siendo un testimonio del consuelo que se encuentra en Cristo en medio del dolor y la adversidad.
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Más tarde, los Spafford se trasladaron a Jerusalén, donde dedicaron sus vidas al servicio cristiano, fundando una comunidad que ofrecía ayuda a los pobres, independientemente de su fe o nacionalidad.
Su legado, tanto a través de su servicio como del himno, perdura como un recordatorio de la fe inquebrantable y la esperanza eterna que se encuentra en Dios.
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