El 15 de junio de 2000 falleció James Montgomery Boice (nació el 7 de julio de 1938), fue un renombrado teólogo, pastor y autor estadounidense, conocido por su firme dedicación a la predicación bíblica y su defensa del calvinismo.
Boice se desempeñó como pastor principal de la Iglesia Presbiteriana Tenth en Filadelfia durante más de 30 años, desde 1968 hasta su muerte. Su ministerio dejó una huella imborrable en la vida de muchos cristianos, a través de sus sermones, libros y enseñanzas.
Una de las citas más conocidas de Boice refleja su profundo entendimiento y enseñanza sobre la doctrina de la elección, una doctrina central en la teología reformada o calvinista. Él decía: “Cuando las personas tienen problemas con la doctrina de la elección – y muchos los tienen – su verdadero problema no es con la doctrina de la elección, aunque piensen que lo es, sino con la doctrina de la depravación que hace necesaria la elección”.
Según Boice, si uno entiende y acepta que el ser humano está completamente incapacitado por el pecado y no puede, por su propia voluntad, volverse a Dios, entonces la necesidad de la elección divina se hace evidente. Sin la intervención de Dios, nadie podría ser salvo. La elección es, por tanto, una manifestación de la gracia de Dios hacia un mundo caído y totalmente depravado.
El legado de James Montgomery Boice continúa a través de sus escritos, que siguen siendo una fuente de inspiración y enseñanza para muchos cristianos en todo el mundo.
Su énfasis en la soberanía de Dios, la autoridad de las Escrituras y la necesidad de una predicación fiel y expositiva sigue resonando en las iglesias y entre los creyentes que buscan una comprensión más profunda de su fe.
La vida y ministerio de Boice nos recuerdan la importancia de comprender las doctrinas fundamentales del cristianismo y cómo estas afectan nuestra visión de la gracia y la salvación.
Su compromiso con la verdad bíblica y su capacidad para comunicar complejos conceptos teológicos de manera clara y pastoralmente sensible han dejado una marca indeleble en la teología cristiana contemporánea.
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