En Lucas 12:21, concluye la parábola del rico insensato, que es una enseñanza de Jesús sobre la avaricia y el verdadero valor de la riqueza.
En la parábola, un hombre rico cosecha una gran cosecha y decide construir graneros más grandes para almacenar todos sus bienes, pensando que con esto asegura su futuro y puede descansar y disfrutar de la vida. Sin embargo, Dios le dice que esa noche morirá, y entonces, ¿de qué le sirven las riquezas que ha acumulado?
El versículo enfatiza la futilidad de acumular riqueza solo para uno mismo sin considerar la relación con Dios.
Ser “rico ante los ojos De Dios” no se refiere a la riqueza material, sino a la riqueza espiritual que se adquiere al vivir una vida alineada con los valores del Reino de Dios, como el amor, la generosidad, y el servicio a los demás necesitados.
En el contexto más amplio de la enseñanza de Jesús, se contrasta la temporalidad y la incertidumbre de las posesiones terrenales con la seguridad y la eternidad de los tesoros espirituales.
Es un llamado a buscar un propósito y una identidad más allá de las riquezas y comodidades materiales, invirtiendo en lo que es eternamente valioso y honroso ante Dios.
Deja una respuesta