Dar Limosnas, Lucas 12:33

Lucas 12:33 en su contexto, forma parte de una serie de enseñanzas de Jesús sobre la confianza en Dios y el desapego de las riquezas terrenales en favor de las espirituales.

Jesús nos anima a no acumular tesoros en la tierra, donde se puede perder fácilmente debido al robo, inflación o la degradación, sino a buscar tesoros en el cielo que son eternos y no pueden ser destruidos.

Desde una perspectiva de mayordomía financiera, este versículo enfatiza la importancia de priorizar nuestras inversiones espirituales sobre las materiales.

Implica que ser un buen mayordomo de las finanzas no se trata solo de cómo gestionamos o invertimos el dinero para nuestro propio beneficio, sino también de cómo usamos los recursos para beneficiar a otros y avanzar los valores del Reino de Dios.

La palabra “limosna” en el texto griego de Lucas 12:33 se traduce como «ἐλεημοσύνη» (eleēmosynē), que se refiere a actos de misericordia o caridad, especialmente en la forma de dar a los necesitados. Este concepto no solo implica la acción de dar sino que también refleja una actitud de compasión y misericordia hacia aquellos que son menos afortunados.

En términos prácticos, esto podría significar varias cosas, como ser generosos con los demás, especialmente con aquellos en necesidad, usar nuestros recursos de manera que refleje nuestros valores espirituales y buscar la guía de Dios en nuestras decisiones financieras.

Esto no necesariamente significa que no debamos planificar o ahorrar para el futuro, sino que nuestra seguridad y confianza no deben residir en la riqueza material, sino en Dios y en la riqueza espiritual que acumulamos a través de nuestras acciones y decisiones aquí en la tierra.

En resumen, Lucas 12:33 nos llama a repensar nuestra relación con las posesiones materiales y nos invita a invertir en el tesoro que verdaderamente importa: el tesoro espiritual en los cielos, que se construye a través de la generosidad, la compasión y la vida de acuerdo con los principios divinos.

Esto representa un desafío para vivir de manera que nuestra mayordomía financiera refleje nuestra fe y nuestros valores más profundos, buscando siempre el reino de Dios por encima de todo.

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