Mateo 2:11 nos enseña que los obsequios de oro, incienso y mirra que los magos ofrecieron a Jesús tienen un profundo significado material, simbólico y espiritual:
El oro, metal precioso, tradicionalmente asociado con la riqueza y la realeza, en el contexto bíblico simboliza el reconocimiento de Jesús como Rey.
Espiritualmente, el oro enfatiza la soberanía de Jesús, además, hipotéticamente, este oro podría haber sido utilizado por la familia de Jesús para sostenerse durante su exilio en Egipto, según se narra en Mateo 2:13-15, lo que sugiere que no fue utilizado para enriquecerse, sino como un medio de provisión para sus necesidades básicas durante un período de vulnerabilidad y peligro.
Incienso, una resina aromática que se quemaba durante los rituales religiosos, tenía un papel importante en las prácticas de culto y adoración en muchas culturas antiguas, incluyendo la judía.
Ofrecer incienso a Jesús simboliza el reconocimiento de su divinidad, y espiritualmente, representa la oración y la adoración dirigida a Él, afirmando que es objeto de adoración divina, y también puede verse como un símbolo de su papel como mediador entre Dios y la humanidad.
La mirra, asociada con el embalsamamiento y la sepultura, la mirra prefigura la muerte y sepultura de Jesús, simbolizando su sacrificio redentor. Espiritualmente, representa el sufrimiento y la mortalidad de Jesús, enfatizando la importancia de su sacrificio por la redención humana.
Estos regalos, en su conjunto, no solo delinean las facetas de Jesús como rey, ser divino y humano sacrificado, sino que también reflejan la naturaleza práctica y providencial de Dios en la provisión para su hijo durante tiempos de adversidad.
La utilización del oro para el sustento en el exilio, en lugar de para enriquecimiento, resalta el propósito divino y la humildad en la vida de Jesús y su familia.
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