En el contexto histórico y bíblico que rodea el libro de Nehemías, encontramos una conexión significativa con el profeta Malaquías, especialmente en lo que respecta al tema del diezmo.
Es esencial comprender que Nehemías no es solo un libro sobre la reconstrucción física de los muros de Jerusalén, sino también sobre la restauración espiritual y comunal del pueblo judío tras su regreso del exilio babilónico.
Nehemías, un copero del rey Artajerjes de Persia, recibe permiso para volver a Jerusalén con el fin de reconstruir sus muros y reorganizar la comunidad.
Esto ocurre en un periodo donde la reconstrucción del Templo ha concluido bajo Zorobabel y Josué, y la enseñanza de la Ley ha sido revitalizada por Esdras.
Esta serie de eventos se desarrolla alrededor del año 445 a.C., unos 90 años después de que el primer grupo de exiliados regresara bajo Zorobabel.
El tema del diezmo en Nehemías es fundamental para entender el contexto de la declaración de Malaquías sobre el mismo tema.
Nehemías capítulo 10 en particular, destaca la renovación de un pacto donde el pueblo se compromete a obedecer la Ley de Dios, que incluye la práctica del diezmo.
Este capítulo menciona específicamente la obligación de llevar los diezmos al alfolí para asegurar el sustento de los levitas, quienes a su vez tenían la responsabilidad del mantenimiento del Templo y la enseñanza de la Ley.
Malaquías, que profetiza en un tiempo cercano o posiblemente contemporáneo a Nehemías, aborda el problema del descuido en las prácticas religiosas, incluyendo el diezmo.
Malaquías 3:8-10 es particularmente directo, acusando al pueblo de robar a Dios por medio de sus negligencias en el diezmo y las ofrendas.
Malaquías llama al pueblo a traer “todos los diezmos al alfolí” para que haya alimento en la casa de Dios, prometiendo bendiciones abundantes como resultado de la obediencia en esta área.
Un “alfolí” se refiere a un depósito o almacén donde se guardaban los diezmos y las ofrendas traídas al templo. Estos diezmos incluían granos, frutas, verduras, y animales, que eran utilizados para el sustento de los sacerdotes, los levitas, y los rituales del templo, según las leyes establecidas en el Antiguo Testamento.
La insistencia de Nehemías y Malaquías en la práctica del diezmo no es meramente una cuestión de obligación financiera hacia la comunidad religiosa, sino un reflejo del compromiso más amplio del pueblo con la Ley y su relación con Dios.
La reconstrucción física de los muros bajo Nehemías y la reconstrucción espiritual del pueblo bajo la guía de Esdras y el impulso profético de Malaquías son esfuerzos paralelos destinados a restaurar no solo la seguridad y estabilidad política, sino también la santidad y el orden divino.
El estudio de Nehemías y la consideración del contexto de Malaquías revelan que el diezmo era más que una práctica litúrgica; es un barómetro de la fidelidad y obediencia del pueblo hacia su pacto con Dios.
En tiempos de Nehemías y Malaquías, como en el presente, las prácticas religiosas incluyendo el diezmo son vistas no solo en términos de obligación legal, sino como expresiones de una vida devocional comprometida y en consonancia con los mandatos divinos.
Este entendimiento del diezmo en el contexto de Nehemías y Malaquías ofrece una perspectiva rica y compleja que va más allá de la simple transacción, destacando su significado espiritual y comunal en la vida del pueblo de Israel.
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