-La mayordomía bíblica implica que lo que ofrecemos a Dios debe tener valor personal.
-Ya sea nuestro tiempo, talentos o recursos financieros, debemos estar dispuestos a sacrificar algo valioso por Su gloria.
-La provisión de Dios no tiene límites cuando confiamos en Él.
-En nuestra mayordomía, ya sea con nuestros recursos o talentos, debemos depender de Su fidelidad, sabiendo que Él proveerá lo necesario en Su tiempo perfecto.
-Dios cumple Sus promesas de provisión cuando confiamos en Su palabra.
-Cuando gestionamos lo que tenemos con fe y obediencia, Él asegura que no falte lo necesario, conforme a Su voluntad.
-Dios nos provee no solo para nuestras necesidades inmediatas, sino que también nos otorga la sabiduría para manejar los recursos con responsabilidad.
-Es importante pagar nuestras deudas y asegurar el bienestar futuro de nuestra familia, confiando en Su provisión constante.
-Debemos ser responsables y generosos con lo que consagramos a Dios.
-La mayordomía fiel nos llama a administrar con integridad y gratitud los recursos que dedicamos para Su obra, reconociendo que todo lo que tenemos proviene de Su gracia.
-Debemos ser cuidadosos con las motivaciones detrás de la adquisición de bienes.
-La mayordomía implica discernir cuándo es apropiado recibir y administrar bienes, evitando el deseo de acumular sin necesidad, y siempre buscando la voluntad de Dios en nuestras decisiones.
-La verdadera mayordomía reconoce que todo lo que poseemos proviene de Dios.
-Nuestras ofrendas, recursos y tiempo son respuestas de gratitud, devolviendo a Dios lo que ya es Suyo, y administrando lo que nos ha confiado con humildad y sabiduría.
-El ejercicio de nuestra mayordomía debe ser impulsada por amor y dedicación a Dios.
-No solo damos de lo que se nos pide, sino que también estamos dispuestos a apartar mucho más y de forma voluntaria, para la obra del Señor, demostrando nuestra entrega y devoción en todo lo que hacemos.
-La generosidad en la mayordomía nace del reconocimiento de la provisión de Dios.
-Cuando somos bendecidos, debemos responder con gratitud, ofreciendo de lo que hemos recibido para el servicio a Dios y Su obra, asegurándonos de compartir con abundancia y disposición.
-La generosidad en nuestra mayordomía debe estar orientada hacia la excelencia en lo que hacemos para Dios.
-Al dedicar Sus recursos, ya sean talentos, tiempo o bienes, debemos hacerlo con lo mejor que tenemos, buscando siempre honrar a Dios con lo más valioso que nos ha provisto.
-Debemos ser diligentes y responsables al administrar los recursos que se nos confían para la obra de Dios.
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