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Jesús no es quien satisface todas nuestras necesidades y antojos; Él es el Rey de reyes y Señor de señores entronizado, y toda rodilla se doblará ante Él como Soberano

Lo que pertenece a Cristo el Señor no es solo una parte del mundo, sino el mundo entero.

La más mínima bendición del Señor nuestro Dios es mejor que todo el dinero del mundo combinado.

Nadie sale de las deudas a menos que se sienta ahogado por ellas.

Que nuestro trabajo agregue valor eterno a la vida de nuestro prójimo.

-Damos porque ya hemos recibido, y no para recibir.

-Tener más dinero conlleva un esfuerzo, y el mismo esfuerzo se requiere para mantenerlo; administrar las riquezas recibidas del Señor también demanda mucho trabajo.

-No permaneceremos en la riqueza o en la pobreza simplemente porque sean hereditarias; dependerá de nuestro estudio de las finanzas personales a la luz de las Escrituras lo que nos guiará hacia la prosperidad bíblica.

-Afirmamos que es el libre mercado el que enriquece, pues el embargo comercial en Cuba es lo que ha mantenido a ese país en la pobreza.

-Trabajar, ahorrar e invertir son fundamentales; veo a muchos que saben las dos primeras y flojean en la tercera.

-Si consideramos que la pensión que recibiremos será insuficiente, invirtamos simultáneamente para compensar esa diferencia.

-Si deseamos poseer algo, adquiramos sabiduría en finanzas personales para ser buenos administradores de las riquezas que el Señor nos confía, de modo que con ellas le glorifiquemos.

-Cuanto más amemos a Dios, más aborreceremos el pecado.

-La colaboración y el trabajo en equipo pueden ser muy productivos; asegurémonos de tener buenas habilidades de comunicación y de saber trabajar en equipo.

-Como a veces las cosas no salen como planificamos, asegurémonos de ser capaces de adaptarnos a los cambios y de ser flexibles cuando sea necesario.

-La forma en que administramos el dinero hará la diferencia entre la prosperidad o la pobreza económica.

-Evitar el tema monetario no nos convertirá en siervos fieles del Señor en cuanto a la administración de las riquezas que debemos gestionar.

-Creer que, porque tenemos muy poco dinero, no es necesario administrarlo es el error en que incurrimos por no saber que somos administradores de las riquezas del Señor.

-Es triste que, al llegar al Evangelio, perdamos el sentido común en nombre de la espiritualidad; el sentido común no significa que confiemos en nuestros propios conocimientos o habilidades, ya que debemos confiar en Dios. Sin embargo, también debemos usarlo, pues es una facultad que Él nos ha dado para vivir una vida sensata conforme a Su voluntad.

-La riqueza en nuestras manos debe ser para servir por igual tanto al pobre como al rico.

-¿Desde cuándo no damos las gracias a Dios a diario por el dinero que nos provee?

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