–El servicio al Señor Jesucristo tiene un valor superior a todos los tesoros de este mundo.
–Si tenemos al Señor, temeremos gastar fuera del presupuesto el dinero que Él nos ha confiado para administrar.
–Podemos perder dinero, pero nuestro tesoro está a salvo; los bienes materiales y monetarios van y vienen, mientras que los valores eternos permanecen.
–No olvidemos que el dinero es temporal y puede perderse fácilmente debido a diversas circunstancias, como la economía, los desastres naturales, los robos o las malas decisiones financieras.
–Las pérdidas serán parte de nuestra realidad al vivir en un mundo cambiante y poco seguro.
-¿Estamos dispuestos a administrar el dinero según la manera de Dios y no la nuestra?
-Cuando dejamos esta tierra, solo nos llevamos una muda de ropa, y ni siquiera es la que elegimos previamente.
-Buscar la aprobación constante de los demás resulta muy costoso económicamente.
-Reconocer la autoridad de Dios sobre nosotros y Su propiedad en nosotros se manifiesta cuando somos fieles administradores de Sus riquezas.
-Evitar tomar riesgos o salir de nuestra zona de confort por temor a fallar impide que lleguemos a ser buenos mayordomos.
-Cuidémonos de aquellos que no nos valoran como buenos administradores del Señor Jesucristo y que, además, se aprovechan de nosotros para obtener dinero.
-Lo cierto es que existe una oposición general a la administración de las riquezas del Señor por nuestra parte, una oposición que ningún poder humano puede superar bajo ninguna circunstancia, pero sí el poder del Señor mismo.
-Una mente entrenada en sabiduría espiritual y conocimiento en finanzas personales desde ya es una mente próspera.
-Debemos aprender a nunca atribuir ninguna prosperidad terrenal a una fuente terrenal.
-Cuando evadimos nuestras obligaciones y compromisos financieros, culparemos a terceros por nuestros errores o fracasos.
-¿Puede algo ser demasiado difícil para el Señor? Entonces, ¿por qué dudamos que Él pueda gobernar Sus propias riquezas a través de nosotros?
-Esperar a que nuestras malas deudas se paguen por sí solas sin tomar el control de ellas es incoherente.
-Cuidar de los padres en su vejez no tiene precio.
-Consumir alcohol, drogas o tabaco en exceso, sin considerar las consecuencias negativas para su salud física y mental, es irresponsable.
-Dios nos creó, por lo tanto, es nuestro legítimo dueño, Señor y gobernante.
-No permitamos que los logros financieros se conviertan en nuestros; toda la gloria al Señor Jesucristo.
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