“Que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras.” Romanos 1:2 (RVR1960)
Cuando en Romanos 1:2 Pablo menciona “la promesa” se refiere a la promesa del Evangelio de salvación que Dios había anunciado desde tiempos antiguos a través de los profetas en el Antiguo Testamento.
Promesa del Mesías: La Escritura contiene muchas profecías sobre la venida de un Salvador. Estas promesas se encuentran en textos como: Génesis 3:15, donde se promete que la descendencia de la mujer vencería al enemigo. Isaías 7:14, donde se predice el nacimiento de un hijo de una virgen llamado Emanuel. Isaías 53, que describe al Siervo sufriente que llevaría el pecado de muchos y, Jeremías 31:31-34, que habla del establecimiento de un nuevo pacto.
Cumplimiento en Cristo: Pablo está estableciendo que el Evangelio que predica no es una innovación, sino el cumplimiento de lo que Dios prometió por medio de los profetas en el Antiguo Testamento. Jesús es el cumplimiento de esas promesas como el Mesías esperado, el Salvador que vino para redimir a su pueblo.
La promesa en el contexto del Evangelio: La frase “en las santas Escrituras” refuerza que estas promesas están registradas en el Antiguo Testamento, apuntando a la centralidad de Cristo en la revelación de Dios. Todo el Antiguo Testamento anticipaba la llegada del Hijo de Dios, quien traería salvación no solo a Israel, sino también a los gentiles
La continuidad del Plan de Dios: Pablo comienza su carta subrayando que el Evangelio no es algo nuevo ni separado del Antiguo Testamento, sino la culminación de un plan eterno. Este énfasis conecta la fe cristiana con las Escrituras hebreas, mostrando que Jesús es el cumplimiento de la promesa divina.
Conclusión: La promesa mencionada en Romanos 1:2 es la del Evangelio de salvación, específicamente la venida de Jesucristo, el Hijo de Dios, anunciado a través de los profetas y registrado en las Escrituras del Antiguo Testamento.
Esta promesa es central en el mensaje de Pablo, quien proclama que Cristo es el cumplimiento de todo lo que Dios había prometido desde el principio.
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