En Cristo, hemos sido llamados a una vida de servicio, donde ya no tenemos prioridades propias. Al rendirnos completamente a Su señorío, entendemos que no somos más que siervos a los que se nos ha dado el privilegio de obedecer y servirle.
Nuestras metas y deseos personales quedan subordinados a Su voluntad, y nuestro enfoque ya no está en lo que queremos lograr para nosotros, sino en lo que Dios nos llama a hacer para Su gloria. En lugar de buscar cumplir nuestros propios intereses, buscamos cumplir fielmente la obra que Dios ha preparado para nosotros, confiando en Su soberana guía.
Este principio queda claramente reflejado en la parábola que Jesús contó sobre el siervo que sirve sin esperar recompensa, un recordatorio de nuestra nueva identidad en Cristo: siervos inútiles a quienes Dios ha dado la bendición de participar en Su obra.
El Siervo Inútil y la Actitud de Servicio. El pasaje de Lucas 17:7-10 nos presenta una enseñanza clara de Jesús sobre la humildad y la obediencia, en el contexto del discipulado cristiano. Jesús utiliza esta parábola para instruir a sus discípulos acerca de la correcta actitud hacia el servicio a Dios.
Nos invita a vernos como siervos que no tienen derecho a reclamar méritos, sino a cumplir fielmente con lo que Dios nos manda. A través de esta enseñanza, Jesús resalta el concepto del servicio sin expectativas de reconocimiento o recompensa, un principio profundamente arraigado en las doctrinas de la gracia soberana.
Contexto del Pasaje. En los versículos previos a esta parábola, Jesús habla sobre el perdón y la fe (Lucas 17:1-6). Los discípulos, conscientes de los desafíos de cumplir con estas enseñanzas, le piden a Jesús que aumente su fe. Jesús les responde con una ilustración poderosa: aunque la fe sea tan pequeña como un grano de mostaza, tiene el poder de mover grandes obstáculos. Sin embargo, después de este énfasis en la fe, Jesús cambia el enfoque hacia la obediencia y la humildad, utilizando la parábola del siervo para enseñar que nuestra fe debe ir acompañada de una actitud de servicio incondicional.
Análisis del Pasaje. Versículo 7:«¿Quién de vosotros, teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al volver él del campo, luego le dice: Pasa, siéntate a la mesa?» En este versículo, Jesús plantea una pregunta retórica. En el contexto de la época, los siervos o esclavos no tenían derechos, sino que su deber era servir a sus amos.
La palabra griega para «siervo» utilizada aquí es δοῦλος (doulos), que no implica un empleado asalariado, sino un esclavo que está completamente bajo la autoridad de su amo. Este tipo de relación de total sumisión es la que Jesús utiliza para enseñar sobre nuestra posición frente a Dios. Como siervos de Dios, no tenemos derecho a esperar gratitud por cumplir con lo que es nuestro deber.
Versículo 8: «¿No le dice más bien: Prepárame la cena, cíñete y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto, come y bebe tú?» El amo no invita al siervo a descansar una vez que ha terminado sus tareas en el campo. En lugar de eso, le pide que siga cumpliendo con sus deberes, preparándole la cena y sirviéndole hasta que el amo haya terminado de comer.
La expresión «cíñete» viene del verbo griego περιζώσαι (perizósaï), que significa «ajustarse el cinturón» o «prepararse para trabajar», lo cual implica un estado continuo de servicio diligente. El siervo no está en posición de exigir descanso, sino que debe cumplir con todas sus obligaciones.
Versículo 9: «¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado? Pienso que no.» Jesús subraya que cumplir con lo que se nos ha mandado no es motivo de orgullo o de espera de gratitud.
La palabra griega διαταχθέντα (diatachthenta) se refiere a las órdenes que han sido dadas con autoridad, y el siervo simplemente está haciendo lo que es su deber. Esta parte del pasaje ilustra que no debemos esperar una recompensa especial por hacer lo que ya es nuestra responsabilidad como siervos de Dios.
Versículo 10: «Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.» Aquí se nos enseña la verdadera actitud que debemos tener como discípulos.
La frase «siervos inútiles somos» en griego es δοῦλοι ἀχρεῖοί ἐσμεν (douloi achreioi esmen). El término ἀχρεῖοι (achreioi) significa «sin mérito» o «sin valor», no en el sentido de que no tengamos valor como personas, sino en el sentido de que, ante Dios, no tenemos derecho a reclamar nada por cumplir con nuestro deber.
Esa es una profunda lección de humildad: Aunque hagamos todo lo que Dios nos manda, no debemos jactarnos, ya que simplemente estamos haciendo lo que es justo y requerido de nosotros.
Explicación y Aplicación. Este pasaje pone énfasis en la actitud de servicio continuo y humilde que debemos tener como cristianos. Jesús compara nuestra relación con Dios con la de un siervo ante su amo, dejando claro que no debemos esperar reconocimiento por cumplir con nuestra labor.
Esta enseñanza se alinea perfectamente con la doctrina de la gracia soberana, donde todo lo que hacemos y recibimos viene de la gracia inmerecida de Dios.
La δοῦλος (posición de siervo) es una imagen central en las Escrituras para describir al creyente. No somos más que siervos ante un Dios soberano y justo.
Incluso cuando obedecemos a Dios y vivimos una vida de santidad, no estamos acumulando méritos propios, sino que estamos simplemente haciendo lo que Él, en su justicia, requiere de nosotros.
La frase ἀχρεῖοι (inútiles) también resalta que nuestras obras no nos hacen acreedores de la gracia o del favor divino. Nuestra obediencia no es una moneda de cambio con Dios; es la respuesta adecuada a su soberanía y bondad hacia nosotros.
Al final, todo lo que hacemos, lo hacemos bajo la dependencia de su gracia y poder, reconociendo que es por su misericordia que somos llamados a servirle.
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Conclusión: Servidores Sin Prioridades Propias. Al considerar nuestra posición en Cristo, debemos recordar que nuestras prioridades ya no son nuestras. Al ser llamados como siervos del Altísimo, hemos renunciado a cualquier ambición personal o plan independiente, y ahora vivimos para cumplir Su voluntad en todas las áreas de nuestra vida.
Como enseña Jesús en esta parábola, nuestro servicio es continuo y desinteresado, no buscando mérito o reconocimiento, sino actuando simplemente como respuesta a Su gracia.
Así, toda nuestra vida se alinea con la voluntad de Dios, ya que nuestras prioridades son ahora las Suyas, y nuestro deber es simplemente hacer lo que Él nos manda, sabiendo que es Su gracia la que nos sostiene en todo momento y, sin esperar reconocimiento alguno; solo cuando nos encontremos cara a cara con Él.
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