-Ser siervo y al mismo tiempo negligente es una contradicción.
-Cuando manejamos las finanzas, debemos actuar con honestidad y rectitud, reconociendo que todo lo que administramos proviene del Señor, y no debemos usarlo para enriquecernos de manera injusta.
-Debemos ser responsables con la verdad que hemos recibido. No solo administramos nuestros recursos, sino también la enseñanza fiel del Evangelio y no del “evangelio” de la prosperidad.
-Parte de nuestra mayordomía incluye cuidar la doctrina que seguimos, asegurándonos de no desviarnos de la verdad.
-Es importante estar atentos a las enseñanzas que recibimos para no caer en el engaño de los falsos maestros y herir nuestra relación con Dios.
-Debemos ser responsables no solo con lo material, sino también con la verdad que recibimos. Discernir lo que escuchamos es parte de nuestra mayordomía.
-No creamos todo lo que oímos, sino que debemos probar si lo que se enseña es de Dios. La verdad es algo que debemos cuidar con diligencia.
-Parte de nuestra responsabilidad como creyentes es estar atentos a las enseñanzas falsas y mantenernos firmes en la verdad del evangelio.
-La mayordomía incluye ser hospitalarios y servir a otros. Ayudar, incluso a quienes no conocemos, es parte de administrar bien lo que Dios nos ha dado.
-Cuando servimos a otros, mostramos nuestra fidelidad a Dios. Es una manera de demostrar que estamos usando nuestros recursos con sabiduría y amor.
-La verdadera mayordomía no busca recompensa. Cuidar de nuestros hermanos en la fe es una forma de expresar el amor y la gracia que hemos recibido.
-La mayordomía también es cuidar nuestra vida espiritual. Es nuestra responsabilidad edificar la fe mediante la oración y permanecer en el amor de Dios.
-Parte de ser buenos mayordomos es administrar bien nuestro tiempo y recursos espirituales, buscando siempre crecer en nuestra relación con Cristo.
-La verdadera riqueza abarca mucho más que el dinero; no se mide en términos monetarios.
-Si la idea de aprender sobre mayordomía financiera le resulta tediosa, considere por qué asume que su labor es ardua, siendo este un principio fundamental para convertirse en un siervo fiel.
-La diligencia en la administración de los recursos que Dios nos confía es un reflejo de nuestra fidelidad y compromiso con Él, por lo tanto, abordar nuestras responsabilidades financieras con seriedad y esfuerzo es esencial en nuestro caminar como creyentes comprometidos con practicar la mayordomía de todo lo que se nos ha dado.
-Trabajar incansablemente por dinero no asegura que este luego trabaje en nuestro beneficio.
-Invertir en activos que aumentan de valor incrementa los fondos a mediano-largo plazo.
-Destine parte de sus fondos a acciones dividendarias, y posteriormente use esos dividendos para comprar más acciones y así aumentar sus inversiones; alternativamente, podría destinar una porción de dus ahorros hacia inversiones que aprovechen el interés compuesto.
-Jesús es un ejemplo emblemático de alguien que vivió con pocas necesidades materiales y, al mismo tiempo, poseía pocas posesiones. Su vida, tal como se describe en los Evangelios, subraya un enfoque en valores espirituales y relacionales por encima de los materiales.
-Jesús enseñó y vivió según principios de simplicidad, amor, generosidad y dependencia de Dios, no de las riquezas terrenales. Ese modo de vida refleja un compromiso profundo con su misión y un ejemplo de cómo se pueden satisfacer las necesidades más profundas del ser humano más allá de lo material.
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