En 1ª Corintios 9:26, el apóstol Pablo dice: «Así que yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire«. Pablo utiliza esta analogía para describir su enfoque en el ministerio. Él no se involucraba en su obra de manera casual o sin propósito, sino con una dirección clara y un objetivo definido. Esta enseñanza tiene una aplicación valiosa en nuestras finanzas personales, pues al igual que Pablo, debemos manejar nuestros recursos con un propósito claro y una meta definida.
Corriendo con Propósito en Nuestras Finanzas
La primera lección que podemos extraer de la enseñanza de Pablo es la importancia de tener un propósito claro en nuestra gestión financiera. No debemos gastar o invertir nuestros recursos sin un plan definido. En Proverbios 21:5, leemos: «Los planes bien meditados: ¡pura ganancia! Los planes apresurados: ¡puro fracaso!«. Este versículo refuerza la idea de que debemos planificar cuidadosamente nuestras acciones financieras para asegurarnos de que están alineadas con nuestros objetivos a largo plazo.
Planificación Financiera a Corto, Mediano y Largo Plazo
Para aplicar esta enseñanza, debemos establecer un plan financiero que abarque el corto, mediano y largo plazo. En Lucas 14:28-30, Jesús dice: «Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar«. Este principio de planificación es crucial para nuestras finanzas.
- Corto Plazo: En el corto plazo, debemos asegurarnos de que nuestras necesidades básicas estén cubiertas. Esto incluye tener un presupuesto mensual que contemple gastos esenciales como vivienda, alimentación, transporte y seguros. Además, es vital contar con un fondo de emergencia para imprevistos, como lo sugiere Proverbios 6:6-8: «Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio; la cual, no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida, y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento«.
- Mediano Plazo: Para el mediano plazo, debemos pensar en metas como la compra de una casa, la educación de nuestros hijos o la consolidación de nuestras deudas. Planificar para estos objetivos requiere disciplina y una estrategia de ahorro e inversión adecuada. Proverbios 13:11 nos enseña: «La riqueza obtenida de la noche a la mañana disminuye, pero el que recoge poco a poco, la hace aumentar«.
- Largo Plazo: A largo plazo, debemos asegurarnos de nuestra jubilación y otras metas futuras importantes. Esto puede incluir inversiones a largo plazo y planes de pensiones. En Eclesiastés 11:2, se nos aconseja diversificar nuestras inversiones: «Reparte a siete, y aun a ocho; porque no sabes qué mal vendrá sobre la tierra«. Este versículo nos recuerda la importancia de no poner todos nuestros recursos en una sola opción, sino de diversificar para reducir el riesgo.
Evaluando y Ajustando Nuestro Progreso
Pablo también nos enseña la importancia de la evaluación y el ajuste continuo. En Filipenses 3:13-14, dice: «Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús«. Aplicado a nuestras finanzas, esto significa que debemos revisar regularmente nuestros progresos y hacer los ajustes necesarios para mantenernos en el camino hacia nuestros objetivos.
Conclusión
La enseñanza de Pablo en 1ª Corintios 9:26 sobre correr con propósito y no como quien golpea el aire es un principio poderoso que podemos aplicar a nuestra gestión financiera. Al establecer objetivos claros y un plan detallado a corto, mediano y largo plazo, podemos asegurarnos de que estamos utilizando nuestros recursos de manera efectiva y con propósito. Al igual que en el ministerio de Pablo, nuestra gestión financiera debe estar marcada por la disciplina, la planificación y una evaluación continua para alcanzar nuestras metas y honrar a Dios con nuestras finanzas.
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