El diezmo que Abraham pagó a Melquisedec no estaba relacionado con las prácticas del diezmo bajo la ley mosaica, ni implicaba un reconocimiento de Melquisedec como sacerdote del verdadero Dios Altísimo, Yahvé.
Ese diezmo fue una parte del botín de guerra que Abraham entregó a Melquisedec, siguiendo una costumbre árabe de la época que requería el pago de un diezmo a líderes locales en agradecimiento o tributo.
La entrega del diezmo no se basaba en una motivación espiritual o religiosa en reconocimiento del sacerdocio de Melquisedec, sino que era parte de una práctica común de las culturas de ese tiempo, especialmente en situaciones de guerra.
El —impuesto de guerra— en el contexto del pago de Abraham a Melquisedec, era similar a una práctica común en muchas culturas antiguas donde un conquistador o victorioso en batalla pagaba una parte del botín, típicamente un diezmo (el 10 %), a un líder o figura autoritaria local.
Este pago no necesariamente tenía connotaciones religiosas o espirituales, sino que más bien funcionaba como un tributo de respeto o agradecimiento, o como una forma de reconocer la autoridad o el dominio territorial de la figura a quien se le pagaba.
En el caso de Abraham, el diezmo entregado a Melquisedec, que era el rey de Salem y sacerdote de El Elyon según la narrativa bíblica, puede ser visto bajo esta luz. Este acto de dar un diezmo del botín de guerra no reflejaba necesariamente una práctica espiritual judía, sino que, de nuevo, se alineaba con costumbres de guerra de la época, donde los líderes militares pagaban tributos a los líderes de las tierras que atravesaban o donde se encontraban después de una victoria, posiblemente para asegurar su buena voluntad o como parte de los usos y costumbres de la guerra.
El diezmo que Abraham da a Melquisedec se enmarca en esa costumbre. Aunque el texto bíblico lo presenta como un acto de veneración hacia un sacerdote de El Elyon, la dinámica también refleja los usos comunes de la época.
Abraham, al entregar este diezmo, no solo estaría cumpliendo con una norma espiritual o religiosa, sino también observando un protocolo de guerra extendido, pagando tributo a un líder local importante que podría haber visto su territorio afectado por el conflicto o cuyo favor era estratégicamente valioso.
Este tipo de interacciones era crucial en un mundo donde las alianzas y los reconocimientos de poder podían significar la diferencia entre una paz duradera y nuevos conflictos. Por tanto, el pago de Abraham debe verse como la observancia de una práctica de tributo de guerra que buscaba asegurar un trato favorable o mantener la estabilidad en la región.
Abraham entregó más del diez por ciento del botín que obtuvo en la guerra, mostrando que su acción dista mucho del concepto del diezmo levítico que es estrictamente un diez por ciento y específicamente de productos alimenticios.
De hecho, el libro de Génesis no se utiliza en la ley mosaica para justificar la práctica del diezmo, lo que sugiere que los actos de Abraham son distintos y no un precedente directo para las leyes levíticas.
Este acto también muestra la disposición de Abraham de no adherirse simplemente a las costumbres de enriquecimiento mediante la guerra, sino de actuar con un sentido de honor y respeto hacia los dioses y líderes locales, devolviendo los bienes obtenidos más allá de la simple décima parte exigida por la costumbre, rechazando retener el noventa por ciento que pudo haber conservado según las costumbres de la época .
Este comportamiento resalta un contraste significativo con la práctica del diezmo como se entiende en los contextos levíticos y más tarde cristianos, donde se centra más en una obligación religiosa establecida dentro de un marco legal o doctrinal específico.
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