Para algunos, el capítulo 7 de Romanos es visto como una descripción de la lucha interna de un cristiano con el pecado, una batalla constante entre el bien que desea hacer y el mal que no puede evitar. Sin embargo, al observar cuidadosamente la estructura y las palabras en el texto griego, se nos revela que esta interpretación capta el cambio radical que Pablo establece entre Romanos 7 y Romanos 8.
La expresión griega «ἄρα νῦν» que introduce Romanos 8:1, traducida como «ahora pues«, nos deja saber que Pablo está haciendo una distinción clara entre el estado descrito en el capítulo 7 y la nueva realidad presentada en el capítulo 8. Este «ahora pues» no es solo una transición común en el discurso, sino una declaración significativa de un cambio definitivo en la situación espiritual del individuo. Pablo está señalando un antes y un después; un estado previo de desesperación bajo el poder de la Ley y un nuevo estado de libertad bajo el poder del Espíritu en Cristo.
De nuevo, la expresión «ahora pues» que aparece en Romanos 8:1 («Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús…«) se traduce del griego como «ἄρα νῦν» (ára nûn). Esta frase tiene un peso especial en el texto original.
ἄρα (ára): Se usa como una partícula que indica conclusión o resultado lógico. Se podría traducir como «por lo tanto» o «entonces«. En este contexto, introduce una conclusión o un resultado basado en lo que se ha dicho anteriormente en Romanos 7. Pablo ha descrito la lucha interna con el pecado y la impotencia del hombre bajo la Ley, y ahora, en Romanos 8, trae la conclusión de que hay una nueva realidad para aquellos que están en Cristo.
νῦν (nûn): Significa literalmente «ahora», refiriéndose al tiempo presente. En este contexto, se usa para señalar que la situación ha cambiado debido a la obra de Cristo. Antes, bajo la Ley y el pecado, el hombre estaba condenado; pero ahora en Cristo, no hay condenación.
Así, la combinación de estas dos palabras en griego, «ἄρα νῦν», enfatiza una conclusión importante: «Por lo tanto, ahora…», lo que indica que, a partir de este momento y debido a la obra de Cristo, la condenación ya no tiene poder sobre los que están en Él. El «ahora» no solo marca un tiempo presente cronológico, sino un cambio en el estado espiritual de los creyentes, ya que están bajo la gracia y no bajo la Ley.
Este «ahora» subraya el cambio radical de estado y posición para aquellos que están en Cristo, señalando la transición de la condenación a la libertad en el Espíritu.
Por lo tanto, no se puede atribuir el capítulo 7 a la vivencia de un cristiano regenerado, sino que Pablo está describiendo la experiencia de alguien que aún no es salvo, que está bajo la Ley y sufre la condenación y el dominio del pecado. El capítulo 7 revela la incapacidad del hombre natural de cumplir la Ley y de vencer el pecado por sí mismo. La lucha interna descrita allí es el resultado de la impotencia humana ante el poder del pecado, antes de experimentar la redención en Cristo.
En contraste, Romanos 8 nos muestra una realidad completamente diferente: «Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús» (Romanos 8:1). Aquí vemos la victoria que el creyente tiene en Cristo, donde el Espíritu Santo otorga poder para vivir de acuerdo con la voluntad de Dios, liberado de la esclavitud del pecado y de la condenación de la Ley. Es en este nuevo estado donde se manifiesta la vida cristiana, bajo la gracia soberana y el poder transformador del Espíritu.
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En resumen, la definición griega de «ahora pues» nos permite comprender que Romanos 7 y Romanos 8 no describen la misma vivencia espiritual. Mientras que Romanos 7 refleja la impotencia del hombre no regenerado, Romanos 8 celebra la nueva vida en el Espíritu para aquellos que han sido salvados en Cristo.
Por lo tanto, es un error atribuir la experiencia de Romanos 7 a la vivencia de un cristiano, pues el creyente ha sido liberado de la condenación y ha entrado en un nuevo estado de libertad en Cristo.
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