“También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos.” 1ª Tesalonicenses 5:14 (RVR1960)
Este versículo nos ofrece una visión clara de la responsabilidad que tenemos como siervos del Señor en la comunidad cristiana, no solo en el aspecto espiritual, sino también en la administración de los recursos que Dios ha puesto en nuestras manos.
La exégesis de este pasaje resalta la importancia de la corrección, el aliento y el apoyo mutuo dentro del cuerpo de Cristo, elementos clave que se reflejan también en la mayordomía financiera.
Al analizar este versículo, comenzamos con la palabra «ociosos» (griego: ataktous), que se refiere a aquellos que no cumplen con sus deberes o responsabilidades, ya sea en la vida espiritual o en la administración de los recursos materiales que el Señor les ha confiado.
Ese término nos recuerda que, como administradores de las riquezas de Dios, debemos ser diligentes y responsables, evitando la ociosidad que deshonra al Señor y a su provisión.
La ociosidad en la gestión de nuestras finanzas puede llevar a la negligencia en nuestras responsabilidades, lo que no solo nos afecta a nosotros, sino también a aquellos a quienes hemos sido llamados a servir.
La segunda palabra clave es «alentéis» (griego: paramytheisthe), que implica animar o consolar. En el contexto de la mayordomía financiera, esto nos insta a ser una fuente de ánimo y apoyo para aquellos que están luchando con las dificultades económicas.
Como ministros de Cristo, es nuestra responsabilidad no solo manejar los recursos del Señor con sabiduría, sino también ayudar a otros a hacerlo, guiándolos y fortaleciéndolos en su camino financiero. Esta acción de alentar es un reflejo del corazón de Cristo, quien es la fuente de toda riqueza y provisión.
«Sostengáis a los débiles» (griego: antechesthe ton asthenon) es una frase que enfatiza la necesidad de cuidar y apoyar a aquellos que están en una posición vulnerable, ya sea espiritualmente o financieramente. Aquí, «sostengáis» denota un sentido de adherencia y firmeza en ayudar a los necesitados, reconociendo que todo lo que poseemos es del Señor y estamos llamados a utilizar esos recursos para el beneficio de los demás. Al hacerlo, reconocemos que somos esclavos voluntarios de Cristo, manejando lo que es suyo con fidelidad y compasión.
Finalmente, «pacientes para con todos» (griego: makrothumeite pros pantas) nos llama a ser constantes y pacientes en nuestras interacciones, especialmente en asuntos de finanzas donde la tentación de la impaciencia y la frustración puede ser grande.
Como mayordomos, debemos reflejar la paciencia de nuestro Señor Jesucristo, entendiendo que la administración de los recursos de Dios requiere tiempo, sabiduría, y la disposición de seguir Su guía en cada decisión que tomamos.
Un ejemplo práctico de este principio se puede ver en la vida diaria cuando un administrador de los recursos financieros de una familia o una comunidad se enfrenta a la tentación de la ociosidad o la negligencia. Imaginemos a un jefe de hogar que, en lugar de manejar su presupuesto de manera diligente, cae en la comodidad de dejar que las cosas fluyan sin supervisión.
Eso podría llevar a la acumulación de deudas innecesarias o a la incapacidad de ayudar a otros en tiempos de necesidad. Sin embargo, al aplicar la corrección de la ociosidad, la paciencia en el manejo de los recursos, y el apoyo a los débiles dentro de su propia familia, este jefe de hogar honra al Señor con sus finanzas, asegurando que los recursos de Dios sean utilizados de manera sabia y generosa.
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En resumen, los principios extraídos de 1ª Tesalonicenses 5:14 nos enseñan que nuestra responsabilidad como administradores de las riquezas del Señor incluye corregir la negligencia, alentar a los que están luchando, apoyar a los vulnerables, y mantener una actitud paciente y constante en nuestra gestión financiera.
Aplicando estos principios en nuestra vida diaria, podemos manejar las finanzas de una manera que verdaderamente honre a Dios, reconociendo que todo lo que tenemos proviene de Él y debe ser usado para Su gloria.
Como apoyo adicional, Proverbios 27:23 nos recuerda: «Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas, y mira con cuidado por tus rebaños», reforzando la importancia de la diligencia y la responsabilidad en la mayordomía de los bienes que Dios nos ha confiado.
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