Ashbel Green Simenton

El 12 de agosto de 1859, Ashbel Green Simenton desembarcó en Río de Janeiro, Brasil, con un propósito misionero que transformaría notablemente el panorama religioso de la región. Simenton, un apasionado misionero presbiteriano estadounidense, fue el fundador de la primera Iglesia Presbiteriana en Brasil, conocida como Igreja Presbiteriana do Brasil.

Este acto marcó el inicio de la propagación del presbiterianismo en el país, que se caracteriza por su énfasis en la autoridad de las Escrituras y una forma de gobierno eclesiástico que utiliza presbíteros o ancianos.

Con la visión de llevar a cabo su obra de manera más efectiva, Simenton se mudó al centro de la ciudad de Río de Janeiro. Esta decisión le colocó en una posición de mayor vulnerabilidad frente a enfermedades tropicales, incluyendo la malaria.

Río de Janeiro en aquel entonces era un área endémica para la malaria, una enfermedad transmitida por mosquitos que a menudo era mortal.

Pese a los evidentes riesgos para su salud, Simenton estaba profundamente comprometido con su misión. Sus amigos, preocupados por su bienestar, le suplicaban que abandonara la ciudad y buscara un entorno menos peligroso. Sin embargo, Simenton respondía a estas súplicas con una firme convicción.

Argumentaba que si los comerciantes extranjeros estaban dispuestos a vivir allí únicamente por motivos económicos, él debería estar igualmente dispuesto a arriesgar su vida para ganar almas.

Esta respuesta no solo refleja la profundidad de su compromiso religioso, sino también una crítica a las prioridades materialistas de quienes buscaban beneficio económico sin un propósito espiritual o social.

Lamentablemente, la salud de Simenton sufrió severamente por su decisión. Contrajo malaria y, a la edad de treinta y cuatro años, falleció a causa de la enfermedad.

Su muerte temprana fue un trágico final para una vida dedicada al servicio espiritual y al establecimiento de la Iglesia Presbiteriana en Brasil.

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El legado de Ashbel Green Simenton es profundo. A través de su sacrificio y dedicación, estableció una comunidad que continuaría creciendo y sirviendo como un importante centro de fe presbiteriana en Brasil. Su historia es un testimonio del poder de la convicción y del impacto duradero que una vida entregada a una causa puede tener más allá de las barreras geográficas y temporales.

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