«El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto«. Lucas 16:10.
Este versículo es fundamental en la comprensión de la mayordomía financiera desde una perspectiva bíblica, y será el pilar de nuestro análisis.
La palabra fiel (πιστός, pistos en griego) implica ser confiable o digno de confianza. En el contexto de la mayordomía financiera, esto nos señala que como administradores de las finanzas que Dios nos confía, debemos actuar con integridad y lealtad.
La repetición de esta palabra en el versículo enfatiza la consistencia necesaria en nuestro comportamiento, ya sea en situaciones de poca o mucha responsabilidad financiera.
La palabra poco (ἐλάχιστος, elachistos en griego) sugiere una cantidad pequeña o insignificante. Este término nos enseña que la fidelidad en la gestión de nuestros recursos no depende de la cantidad, sino de nuestra actitud y conducta constante, independientemente del tamaño de lo que se nos ha confiado.
Por otro lado, injusto (ἀδικέω, adikeo en griego) se refiere a actuar de manera incorrecta o deshonesta. Esto nos advierte sobre la seriedad de la administración desleal de los recursos que no son nuestros, sino del Señor, y las consecuencias espirituales y materiales que esto puede acarrear.
Un versículo que apoya este principio es Proverbios 3:9-10: «Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; así tus graneros estarán llenos con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto.»
Este pasaje recalca que reconocer a Dios como la fuente de todas las riquezas y actuar en consecuencia trae bendición y prosperidad, entendida no solo como ganancia material, sino también espiritual.
Como ejemplo práctico, consideremos a un mayordomo que decide apartar sistemáticamente un porcentaje de sus ingresos para ofrendar en su iglesia local.
Aunque pueda parecer una pequeña cantidad, esta práctica regular y fiel refleja su compromiso con los principios del Reino y una comprensión profunda de su papel como ministro de los recursos que Dios le ha confiado.
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En conclusión, los principios de fidelidad, integridad y reconocimiento de Dios como la fuente de toda provisión son esenciales para una mayordomía financiera que honre a Dios.
Al aplicar estos principios en nuestra vida diaria, podemos manejar nuestras finanzas de manera que reflejen nuestro compromiso como esclavos de Cristo, asegurando que cada decisión financiera promueva los valores del Reino y fortalezca nuestro testimonio como luz del mundo.
Recordemos siempre que los bienes, dinero y riquezas son del Señor, y nosotros somos simplemente custodios llamados a administrarlos sabiamente.
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