La capacidad para aprender de manera autodidacta es valiosa, pero no todos poseemos esa habilidad en igual medida, lo cual subraya la importancia de los Maestros en nuestras vidas.
En su Soberanía, Jesús levanta Maestros entre nosotros para guiarnos y enseñarnos en diversos ámbitos de la vida, incluida la espiritualidad y la mayordomía financiera. Efesios 4:11-12 menciona que Él dio pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.
La enseñanza que recibimos o la falta de ella, tiene un impacto significativo en nuestra comprensión y habilidades.
Así como en matemáticas necesitamos aprender tanto a sumar como a restar, en la vida financiera, aprender a trabajar arduamente es solo una parte de la ecuación. La educación financiera completa incluye entender cómo cobrar adecuadamente por nuestro trabajo, cómo ahorrar de manera efectiva, y cómo invertir sabiamente nuestros recursos.
La limitación en nuestra educación financiera puede resultar en una gestión ineficaz de nuestros recursos, lo que a menudo conduce a dificultades financieras.
Los principios bíblicos sobre la mayordomía financiera ofrecen una guía profunda para la gestión de nuestros recursos.
Proverbios 27:23-24 advierte, “Conoce bien el estado de tus rebaños, y pon atención a tus manadas; porque las riquezas no son eternas, ni la corona dura de generación en generación”, versículo que subraya la importancia de ser diligentes y conscientes de nuestros recursos y la transitoriedad de las riquezas materiales.
La Biblia también nos enseña la importancia de la generosidad y el dar. En 2ª Corintios 9:6-7, se nos recuerda que quien siembra escasamente, también segará escasamente, principio no solo nos anima a ser generosos, sino que también destaca la actitud con la que debemos dar.
La ausencia de una educación en estos principios bíblicos de la mayordomía financiera puede llevarnos a una gestión pobre de nuestros recursos. Sin embargo, al reconocer esta brecha en nuestro aprendizaje, tenemos la oportunidad de buscar sabiduría y guía, tanto divina como a través de maestros capacitados por Dios, para mejorar nuestra situación financiera y vivir de manera que refleje los valores del reino de Dios.
En conclusión, la mayordomía financiera según los principios bíblicos abarca mucho más que simplemente ganar dinero; implica administrarlo sabiamente, ahorrar, invertir, y dar generosamente.
Aceptar y aplicar estos principios en nuestra vida requiere tanto la disposición para aprender de otros como la búsqueda activa de la sabiduría que Dios ofrece a través de su Palabra y sus Maestros.
Deja una respuesta