El 2 de octubre de 1781 marca un evento histórico significativo en la historia del cristianismo en Estados Unidos, cuando Benjamin Randall, un predicador estadounidense, fundó una congregación de bautistas de libre albedrío (Freewill Baptists) en Woolwich, Maine. Durante ese evento, Randall bautizó a cinco personas, un acto que tuvo gran relevancia no solo para la comunidad local, sino también para el desarrollo de una denominación que se expandiría en los años siguientes.
Contexto Histórico En el siglo XVIII, América del Norte estaba inmersa en un período de grandes cambios políticos, sociales y religiosos. En este contexto, muchas denominaciones cristianas experimentaban divisiones internas y surgían nuevos movimientos. Los bautistas ya estaban establecidos en el Nuevo Mundo desde el siglo XVII, pero el movimiento Freewill Baptist se diferenciaba por algunas de sus doctrinas, especialmente su énfasis en el libre albedrío humano en contraste con el calvinismo estricto, que sostenía la predestinación.
Benjamin Randall, un ex seguidor del movimiento de George Whitefield y el avivamiento del Gran Despertar, había llegado a la convicción de que la salvación estaba disponible para todos, no solo para los predestinados, una creencia que chocaba con las enseñanzas calvinistas predominantes entre muchos bautistas de su tiempo. Este desacuerdo teológico lo llevó a fundar una nueva congregación basada en la creencia de que cada persona tiene la capacidad de aceptar o rechazar la gracia de Dios.
El Bautismo en Inmersión Lo que hizo que este evento en Woolwich fuera particularmente notable fue la forma en que se administró el bautismo: por inmersión. Aunque hoy en día la inmersión completa en agua es una práctica común entre los bautistas y otras denominaciones evangélicas, en ese tiempo, y especialmente en Nueva Inglaterra, no era tan frecuente. Randall mismo observó que, aunque más de 300 personas asistieron al bautismo, “no había más de tres que alguna vez antes hubieran visto el bautismo administrado por inmersión”. Esto resalta cuán novedosa y radical era esta práctica para la mayoría de los presentes, quienes probablemente estaban más acostumbrados a otras formas de bautismo, como la aspersión o el derramamiento, que eran comunes en las iglesias congregacionalistas y presbiterianas predominantes en esa región.
Importancia del Evento El bautismo por inmersión no era solo un acto simbólico de fe, sino también una declaración pública de identificación con una forma específica de entender la fe cristiana. En el caso de Randall y los Freewill Baptists, el bautismo marcaba la entrada a una comunidad de creyentes que sostenían que la salvación era un acto libre de voluntad humana en respuesta a la gracia de Dios.
Este evento también reflejaba la creciente diversidad y fragmentación del paisaje religioso en la América postcolonial. A medida que las colonias británicas se independizaban y se desarrollaba una mayor libertad religiosa, surgieron nuevas denominaciones que buscaban diferenciarse de las iglesias establecidas, como la anglicana y la congregacionalista. Los Freewill Baptists de Randall se convirtieron en una de estas denominaciones que abrazaban una forma de cristianismo más accesible y menos rígida que el calvinismo tradicional.
El Legado de Benjamin Randall El movimiento Freewill Baptist, fundado por Randall, creció y se expandió en los años posteriores. Aunque empezó como un pequeño grupo en Nueva Inglaterra, eventualmente se organizó formalmente y se estableció como una denominación distintiva, extendiéndose a otras partes de los Estados Unidos. Los Freewill Baptists se destacaron no solo por sus creencias teológicas, sino también por su enfoque misionero y su trabajo en el ámbito de la educación.
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El legado de Randall y su congregación en Woolwich se ve en cómo los bautistas de libre albedrío influyeron en el desarrollo del pensamiento cristiano en América, subrayando la importancia de la libertad individual en la salvación y el énfasis en la práctica del bautismo por inmersión como una expresión de la fe personal.
Este evento histórico subraya cómo el paisaje religioso en América en el siglo XVIII fue moldeado por líderes como Benjamin Randall, cuyas convicciones llevaron a la formación de nuevas denominaciones y la expansión de nuevas prácticas teológicas, todas ellas enraizadas en la idea de la libertad de elección y el libre albedrío humano ante la gracia de Dios.
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