Artimaña 10: Refutar solo una parte del argumento y declarar vencida toda la tesis
Introducción General: El teatro de la victoria parcial
En una discusión honesta, el objetivo es comprender la totalidad del argumento del otro, evaluarlo con justicia y responder con integridad. Pero cuando el debate se convierte en espectáculo, basta con una victoria parcial —una grieta en un detalle— para que el contrincante levante los brazos y se declare vencedor absoluto.
Arthur Schopenhauer, en su Dialéctica Erística, denuncia esta artimaña como una falsificación intelectual: refutar una parte secundaria del argumento del oponente y comportarse como si se hubiese derribado toda su postura. El truco está en el desplazamiento: se ignora el núcleo del argumento, se ataca una periferia, y luego se proclama el colapso total.
Es como romper un espejo de mano y afirmar que el sol ha sido vencido porque ya no se refleja.
Descripción de la artimaña: Confundir parte con todo
Esta artimaña opera mediante una distorsión sutil pero efectiva: se identifica un punto débil, secundario o menos desarrollado del argumento ajeno, se refuta con éxito, y luego se convierte esa pequeña victoria en una afirmación rotunda de derrota total.
El oponente no ha perdido la tesis completa. Solo no explicó bien un fragmento. Pero el otro, rápido en aprovechar la oportunidad, lo presenta como un error fatal y definitivo.
Ejemplo ilustrativo
A: “La educación pública necesita reformas profundas, desde el currículo hasta la gestión financiera.”
B: “Eso no es cierto. Ya hay fondos suficientes en muchas regiones.”
B responde solo a un componente (el financiero), y asume que al refutarlo, toda la tesis de A ha sido destruida. Pero no ha tocado el tema del currículo, ni de la calidad educativa, ni de la estructura de evaluación. Solo derribó una parte… y gritó victoria.
Nombre moderno: Generalización por refutación parcial
También puede llamarse “falacia de pars pro toto” (la parte por el todo), o una variante de la falacia del hombre de paja indirecto, donde en lugar de caricaturizar la idea, se reduce a una porción refutada.
Motivación psicológica: El efecto óptico del triunfo parcial
Esta artimaña tiene fuerza porque muchos oyentes no están atentos a la estructura completa del argumento. Si ven a alguien titubear en una parte, o si escuchan una refutación sonora en una esquina del razonamiento, pueden asumir que todo se ha derrumbado.
El que emplea esta técnica confía en que la percepción de derrota será más poderosa que la precisión del análisis.
Aplicaciones actuales
Es muy común en debates televisivos, campañas políticas y redes sociales, donde el tiempo o el formato impiden profundizar. También en discusiones ideológicas, donde se toma una cita, una frase mal expresada o un detalle cuestionable, y se presenta como prueba de que todo el sistema de ideas está mal.
Cómo detectarla
• El adversario se enfoca en una parte secundaria de tu argumento.
• Ignora o elude el núcleo central de tu planteamiento.
• Proclama una refutación total sin haber enfrentado el conjunto.
• Se apoya en una supuesta “derrota” que en realidad es local y no global.
Cómo responder
• “Ese punto es debatible, pero no representa la totalidad de lo que estoy diciendo.”
• “Mi argumento tiene varias dimensiones. Has respondido a una, pero faltan las otras.”
• “Una parte discutible no invalida el todo. ¿Qué opinas del núcleo de mi planteamiento?”
• “No confundas un detalle con el fundamento. Volvamos al tema principal.”
La artimaña en los Evangelios: Ridiculizando un detalle para negar una doctrina
Pasaje clave: Mateo 22:23-33 — La mujer de los siete maridos
Los saduceos no creen en la resurrección. Para descalificarla, no discuten las Escrituras, ni el carácter de Dios, ni los testimonios proféticos.
En lugar de eso, presentan una historia extrema: “Una mujer tuvo siete maridos, hermanos entre sí. En la resurrección, ¿de cuál será esposa?”
Buscan reducir la doctrina de la resurrección a un absurdo, no enfrentando sus fundamentos, sino atacando una complicación marginal: el estado civil post-mortem.
Al ridiculizar ese detalle, actúan como si hubieran refutado toda la creencia.
Jesús responde con claridad: “Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios… En la resurrección ni se casan, ni se dan en casamiento.”
Y añade: “Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.”
Jesús expone la artimaña: los saduceos usaron un detalle imaginario para invalidar toda una doctrina gloriosa. No buscaron la verdad, sino una excusa para rechazarla.
Reflexión teológica y práctica: Defender el núcleo con humildad
Los argumentos espirituales también tienen ramas y raíces. Si alguien corta una rama —una expresión imperfecta, una dificultad secundaria, una tensión lógica—, eso no significa que todo el árbol esté muerto. El creyente debe aprender a no retroceder ante refutaciones parciales, ni dejarse impresionar por golpes llamativos que no tocan el corazón del asunto.
Jesús no entró en discusiones periféricas. Fue al centro: el poder de Dios, la fidelidad de las Escrituras, la verdad de la vida eterna.
Así también el discípulo debe volver al centro, cada vez que la conversación sea desviada a las orillas.
Conclusión: No confundas el fragmento con el todo
La verdad no siempre está protegida por la perfección de cada detalle. A veces se expresa en trozos, se construye por capas, y necesita tiempo para desplegarse.
Refutar una parte no equivale a derrotar el conjunto. El sabio lo sabe. El necio lo finge.
Como cristianos, no estamos llamados a ganar por atajos, sino a edificar con integridad.
La victoria verdadera no consiste en aplastar un fragmento, sino en abrazar la totalidad del testimonio, con temor, fe y razón.
Como nuestro Maestro, que no buscaba el aplauso del momento, sino el eco eterno de la verdad.
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