Dar a quien nos Instruye, Gálatas 6:6

«El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye.» Gálatas 6:6 (RVR1960)

Este versículo es un claro mandato en la Escritura sobre la responsabilidad de los creyentes de compartir sus bienes con aquellos que les enseñan la Palabra de Dios.

Este precepto subraya el principio de la mayordomía financiera, que no solo involucra la administración de los recursos que el Señor nos ha confiado, sino también el reconocimiento de que todos esos recursos, ya sean bienes, dinero o riquezas, pertenecen a Él.

En el idioma original, la palabra «enseñado» (κατηχέω, katēcheō) implica ser instruido o recibir una enseñanza detallada y sistemática. Esto sugiere que aquellos que han recibido la enseñanza de la Palabra de Dios tienen una obligación moral y espiritual de responder con gratitud, compartiendo «toda cosa buena» (ἀγαθός, agathos), que en este contexto se refiere a bienes materiales o cualquier tipo de provisión.

El verbo «haga partícipe» (κοινωνέω, koinōneō) enfatiza la idea de tener en común, de compartir en comunión. Esto nos enseña que como siervos de Cristo, estamos llamados a ser generosos con los bienes del Señor, reconociendo que son recursos dados por Él para ser usados en Su servicio.

El principio aquí es claro: aquellos que reciben enseñanza espiritual deben, en respuesta, compartir generosamente con sus maestros. Este acto no solo sostiene a quienes dedican sus vidas a instruirnos en la Palabra, sino que también refleja el corazón del mayordomo fiel, que entiende que todo lo que tiene proviene del Señor Jesucristo, la fuente de todas las riquezas.

Un versículo que apoya este principio es 1ª Timoteo 5:18: «Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla, y digno es el obrero de su salario.» Esto refuerza la idea de que los ministros del Evangelio deben ser sostenidos por aquellos a quienes ministran, ya que estamos llamados a compartir lo que el Señor nos ha dado.

Un ejemplo práctico de este principio sería un cristiano que, al recibir su salario, aparta una porción no solo para ofrendar en su congregación local, sino también para apoyar directamente a los pastores que han tenido un impacto significativo en su vida.

Este acto no es simplemente una cuestión de dar, sino de reconocer que, como administradores de los bienes del Señor, tenemos el deber de usar esos recursos para promover Su obra y sostener a Sus siervos.

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En resumen, la mayordomía financiera, tal como se enseña en Gálatas 6:6, nos llama a reconocer que todos los recursos en nuestras manos son del Señor y deben ser administrados de manera que honre a Dios.

Compartir con aquellos que nos enseñan en la Palabra es una expresión de gratitud y fidelidad, mostrando que entendemos nuestro papel como administradores responsables de los bienes del Señor.

Al aplicar estos principios en nuestra vida diaria, podemos manejar nuestras finanzas de una manera que glorifique a Dios y apoye la expansión de Su Reino.

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