El Diezmo Bíblico no es clasificado directamente como parte de la Ley Moral en el sentido estricto en que se consideran los Diez Mandamientos.
La Ley Moral refleja el carácter santo y justo de Dios y es eterna en su principio, y está destinada a ser observada por todas las personas en todos los tiempos, en cambio, el Diezmo Bíblico era parte de la Ley Civil dada específicamente a Israel bajo el Antiguo Pactamento.
La Ley Moral, la ley Ceremonial y la Ley Civil fueron dadas a Israel bajo el Antiguo Pacto, de nuevo, la Ley Moral, encapsulada en los Diez Mandamientos, se ve como eternamente vigente porque refleja el carácter inmutable de Dios.
La Ley Ceremonial, que incluía sacrificios, festividades y otras prácticas religiosas, apuntaba hacia Cristo y su obra redentora, pero con la venida de Cristo, estas leyes ceremoniales se consideran cumplidas en Él y ya no son obligatorias; más bien con el cese del sacerdocio y la destrucción del Templo el año.
La Ley Civil regía la vida cotidiana en Israel y, aunque contiene principios de sabiduría y justicia, no se aplica de manera directa en el contexto del Nuevo Testamento para la Iglesia.
El Diezmo Bíblico se enseñaba como una práctica bajo la Ley Mosaica para el sustento de los levitas y los sacerdotes y del sumo sacerdote, quienes servían en el templo y no tenían una herencia de tierra en Israel.
En el Nuevo Testamento, se enfatiza más el principio de Dar generosamente y de corazón, en lugar de la obligación específica del diezmo del 10 % del fruto de la tierra y del ganado, por lo tanto, dentro de una comprensión bíblica, el Diezmo Bíblico en sí mismo no se consideraría una Ley Moral eterna de la misma manera que los Diez Mandamientos. Más bien, se ve como parte de las prácticas del Antiguo Testamento que, si bien enseñan principios de dar y sostener el ministerio, no se prescriben como una obligación fija en el Nuevo Testamento.
En la Gracia se nos anima a dar generosamente, según hayamos prosperado y según lo hemos propuesto en el corazón, en respuesta a la gracia generosa de Dios manifestada en Cristo Jesús.
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