Encender la Ira; cuando perder la calma parece perder la razón

Artimaña 5. Encender la Ira; cuando perder la calma parece perder la razón

Introducción General: La manipulación emocional y la dignidad del discurso

La lucha por la razón no siempre se libra con argumentos. A veces, se gana —o se pierde— por el tono, la compostura y el dominio emocional. Arthur Schopenhauer, en su tratado Dialéctica Erística, desenmascara una serie de estrategias que no buscan la verdad, sino la victoria. Entre ellas, algunas no atacan el contenido de lo que se dice, sino el estado interior de quien lo dice.

Conocer estas artimañas no es adoptar una actitud cínica hacia el diálogo, sino cultivar una conciencia crítica y ética. Quien ama la verdad debe ser también guardián de la forma en que esa verdad es comunicada. 

Y cuando el adversario no puede refutar, intentará irritar. Por eso, en este escrito exploraremos la quinta artimaña: provocar la ira del oponente para hacerlo tropezar emocionalmente, y así deslegitimar lo que dice, sin necesidad de rebatirlo.

Descripción de la artimaña: Enfurecer para desarmar

La quinta artimaña consiste en irritar intencionalmente al interlocutor mediante sarcasmo, burla, menosprecio o alusiones personales, con el fin de que pierda el control emocional. Una vez alterado, el adversario se vuelve vulnerable: su pensamiento se fragmenta, su tono se vuelve agresivo, y su credibilidad —a los ojos de los oyentes— se erosiona.

Esta táctica es astuta porque se disfraza de espontaneidad, pero está calculada. No necesita un argumento sólido, solo una chispa que encienda el temperamento del otro.

Ejemplo ilustrativo:

A: “Creo que hay evidencia suficiente para cuestionar esa teoría.”

B: “Claro, eso lo diría alguien que nunca entendió la teoría en primer lugar. Pero no te preocupes, no todos tienen por qué razonar bien.”

Aquí, B no responde al argumento. Lanza una burla dirigida al intelecto de A. Si A se indigna y responde con enojo, B ya ha ganado: no por tener razón, sino por haber conseguido que A pierda el control.

Nombre moderno: Esta táctica puede verse como un ad hominem provocativo, una forma de gaslighting dialéctico, o incluso como parte de un debate teatralizado donde lo emocional pesa más que lo racional.

Motivación psicológica: Quien usa esta artimaña confía en que desestabilizar emocionalmente al adversario lo hará parecer débil. La discusión se convierte en un juego de dominio. La provocación busca demostrar superioridad no por argumentos, sino por resistencia emocional.

Aplicaciones actuales: Es común en redes sociales, donde el sarcasmo recibe aplausos. También en entrevistas, debates públicos y entornos académicos cargados de tensión. Muchas veces, esta artimaña se camufla de humor, pero su objetivo es el mismo: hacer perder la compostura al otro.

Cómo detectarla:

• Aparece un cambio brusco en el tono hacia lo burlón o personal.

• Se hacen comentarios sobre la persona, no sobre sus ideas.

• Se tocan temas sensibles o identitarios de forma despectiva.

Cómo responder: La respuesta no es devolver el golpe, sino mantener la calma. Frases como: “No es necesario burlarse para debatir, podemos mantenernos en el tema.” o “Estoy dispuesto a seguir conversando si nos enfocamos en los argumentos.”

Estas respuestas desactivan la provocación y exponen su bajeza.

La artimaña en los Evangelios: El intento de provocar a Jesús

Pasaje clave:

Lucas 11:53-54 — “Diciéndole estas cosas, los escribas y los fariseos comenzaron a estrecharle en gran manera y a provocarle a que hablase de muchas cosas; acechándole, y procurando cazar alguna palabra de su boca para acusarle.”

Análisis bíblico: Jesús había hablado con claridad y firmeza sobre la hipocresía religiosa. Sus palabras habían sido una denuncia directa contra los fariseos y doctores de la ley. Ellos, en vez de escuchar y arrepentirse, buscaron provocar. 

Empezaron a presionarlo, a hacerle preguntas con insistencia, no para aprender, sino para hacerlo hablar bajo tensión, con la esperanza de que se equivocara o dijera algo que pudieran usar en su contra.

Esto es una aplicación exacta de la Artimaña 5. No podían refutar a Jesús, pero sí querían sacarlo de su centro. Si lograban que respondiera airadamente, podrían acusarlo de imprudencia, herejía o insurrección. 

Pero Jesús no cayó en su juego. Su compostura era inquebrantable, y su sabiduría, serena. Aun en la provocación, mantuvo la dignidad del Verbo hecho carne.

Reflexión teológica y práctica: Como discípulos del Señor, estamos llamados a resistir esta artimaña tanto en lo externo como en lo interno. No solo debemos evitar provocar al otro para hacerlo tropezar —lo cual sería una forma de violencia verbal—, sino también aprender a no reaccionar con ira cuando somos provocados.

Recordemos que “la blanda respuesta quita la ira” (Pr. 15:1), y que el fruto del Espíritu es también el dominio propio. No se trata solo de no gritar, sino de no ceder el alma a la manipulación emocional.

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Conclusión: La fuerza de la mansedumbre

Conocer esta artimaña no es aprender a herir, sino a curar.

El sabio no busca hacer enojar, sino edificar.

El cristiano no reacciona por impulso, sino que responde desde la verdad.

Porque en una discusión, a veces la victoria no está en convencer al otro, sino en no ser vencido por uno mismo. Y quien permanece sereno cuando lo quieren desestabilizar, refleja el carácter de Aquel que, siendo ultrajado, no respondía con amenazas, sino que encomendaba la causa al que juzga justamente (1ª Pedro 2:23).

Así se gana no una discusión, sino el corazón.

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