ARTIMAÑA 3: Esconder el punto de discusión; cuando el adversario cambia de cancha sin avisar
Introducción general: El arte de tener razón y la nobleza del discernimiento
Arthur Schopenhauer, en su tratado Dialéctica Erística, no escribió para enseñar a mentir, sino para revelar cómo la mentira se disfraza de lógica en la lucha por la victoria verbal. Las 38 artimañas que él identifica no son recetas para el engaño, sino espejos que nos permiten reconocer —en otros y en nosotros— los desvíos de la razón cuando ésta ya no busca la verdad, sino el triunfo.
Estudiar estas artimañas es una forma de fortalecer el pensamiento y la ética del discurso. Así como un médico estudia las enfermedades no para producirlas, sino para diagnosticarlas y combatirlas, del mismo modo, quien ama la verdad debe conocer las formas en que ésta puede ser distorsionada.
Por ello, este escrito —y los que siguen— busca exponer cada artimaña con claridad, mostrar su uso actual, rastrear su presencia en los Evangelios, y sugerir una respuesta sabia, ética y cristocéntrica. El fin no es la manipulación, sino la lucidez; no el uso cínico de la palabra, sino la fidelidad a la verdad que edifica.
En otras palabras: Se esquiva la objeción real y se responde a algo más fácil, más cómodo o más favorable para quien argumenta. Es una forma encubierta de evasión.
Ejemplo clásico:
A: “Deberíamos invertir más en salud pública.”
B: “Pero hay países con buena salud pública que igual tienen pobreza.” Aquí B ha cambiado el foco: no responde a la idea de invertir más, sino que desplaza el debate a la correlación entre salud y pobreza.
Nombre moderno: Esta táctica se conoce como red herring (arenque rojo), o cambio de tema. Es una forma de oscurecer la discusión mediante distracción lógica.
Motivación psicológica: Quien recurre a esta artimaña suele hacerlo por inseguridad argumentativa: no tiene una buena respuesta y decide reencuadrar el debate. Puede hacerlo conscientemente o por hábito defensivo, con tal de no ceder terreno.
Usos actuales: Se ve constantemente en la política, la prensa, la vida doméstica. Un político incómodo con una pregunta responde otra. Un familiar confrontado con su error revive una ofensa antigua. Se responde algo que no se preguntó y se espera que el otro no lo note.
Cómo detectarla: Cuando la respuesta “suena bien”, pero no contesta realmente la pregunta.
Cuando el tema parece haber cambiado sin haber sido resuelto.
Cuando se discuten asuntos ciertos, pero irrelevantes al punto principal.
Cómo responder a ella: Volver con calma al centro de la conversación. Por ejemplo:
“Eso puede ser cierto, pero no es lo que pregunté.”
“Me gustaría que respondieras al punto original.”
“No perdamos de vista lo que estamos discutiendo.”
Valor ético: Esta artimaña es una forma de manipulación. No se miente abiertamente, pero se deforma el marco del diálogo. Es una falta de honestidad intelectual. El sabio no se deja seducir por lo accesorio: vuelve siempre al núcleo, porque ama la verdad más que la victoria.
En los Evangelios: la artimaña de esconder el punto de discusión
Pasaje 1: Lucas 20:1-8 — “¿Con qué autoridad haces estas cosas?” Los líderes religiosos, incómodos con la enseñanza de Jesús, le preguntan sobre su autoridad. Pero no es una búsqueda honesta de verdad, sino una trampa legalista. Cambian el centro de la cuestión —el contenido del mensaje— por un debate sobre credenciales. Jesús, en respuesta, plantea una contra-pregunta sobre el bautismo de Juan, revelando la hipocresía del interlocutor y redirigiendo la discusión hacia la verdadera pregunta: ¿reconocen ustedes la autoridad divina cuando se manifiesta fuera de sus estructuras?
Pasaje 2: Juan 8:1-11 — La mujer sorprendida en adulterio. La escena parece tratarse de la ley mosaica. Pero en realidad es un intento de entrampar a Jesús, disfrazado de celo legal. El punto central no es la justicia, sino el uso manipulador de una vida humana para fines retóricos. Jesús no cae en la trampa: al decir “El que de vosotros esté sin pecado…”, desnuda el corazón del asunto —la hipocresía de los acusadores— y devuelve la dignidad a la mujer. La discusión ya no es legal, sino moral y espiritual.
Pasaje 3: Mateo 22:15-22 — ¿Es lícito dar tributo al César? La pregunta parece fiscal, pero es una trampa política. Los fariseos intentan forzar a Jesús a una respuesta que lo desacredite. Él no solo detecta el cambio de foco, sino que responde con una claridad que eleva el debate: “Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.” El tema deja de ser el dinero y pasa a ser la lealtad: ¿a quién pertenece nuestro corazón?
Conclusión teológica: Esconder el punto de discusión fue una herramienta común entre los oponentes de Cristo. En lugar de confrontar su mensaje, disfrazaban sus ataques con ropajes legales, doctrinales o políticos. Pero Jesús, maestro en discernimiento, no respondía desde el marco falso del adversario, sino que reformulaba la conversación desde la verdad. Redirigía la atención al problema real —siempre el corazón, siempre Dios.
Aplicación espiritual: En nuestras conversaciones, ¿mantenemos el foco en lo importante? ¿O nos perdemos en detalles, evasiones y falsas batallas? La artimaña de esconder el punto puede ser una defensa del ego, un refugio en el orgullo o un simple hábito aprendido. Pero el llamado de Jesús es otro: enfrentar la verdad, aunque duela. La madurez espiritual incluye la capacidad de sostener el centro del argumento, porque solo ahí se produce la verdadera transformación.
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