«Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto.» 1ª Pedro 5:2.
Este versículo nos enseña principios fundamentales para la mayordomía financiera y el liderazgo dentro del cuerpo de Cristo.
Comienza con el mandato de «apacentad«, del griego poimaínō (ποιμαίνω), que significa «pastorear» o «cuidar». Como administradores de los bienes que el Señor nos ha confiado, debemos vernos como pastores que cuidan y administran fielmente no solo a las personas bajo nuestro cuidado, sino también los recursos y las riquezas que nos han sido dadas por Dios.
La palabra «grey«, del griego poimnion (ποίμνιον), se refiere al rebaño de Dios, la congregación que nos ha sido encomendada. Esto incluye no solo el cuidado espiritual, sino también el manejo responsable de los recursos que pertenecen a la comunidad de fe, asegurándonos de que todo se utilice para la gloria de Dios y el bienestar del pueblo de Dios.
«Cuidando de ella«, del griego episkopeō (ἐπισκοπέω), implica supervisar con diligencia y atención. Esta supervisión no debe ser «por fuerza«, que en griego es anagkastōs (ἀναγκαστῶς), refiriéndose a una obligación impuesta, sino «voluntariamente«, del griego hekousiōs (ἑκουσίως), lo cual sugiere que nuestra motivación debe ser el amor y el deseo de servir a Cristo con gozo.
El versículo también nos advierte contra la «ganancia deshonesta«, del griego aischrokerdōs (αἰσχροκερδῶς), que se refiere a la búsqueda de ganancias financieras de manera deshonesta o con fines egoístas.
De nuevo, La advertencia contra la «ganancia deshonesta» es un aspecto crucial en el versículo de 1ª Pedro 5:2 y tiene profundas implicaciones para la mayordomía financiera.
La frase «ganancia deshonesta«, del griego aischrokerdōs (αἰσχροκερδῶς), hace referencia a la obtención de beneficios financieros a través de medios corruptos, engañosos o poco éticos.
Este concepto es especialmente relevante para los líderes cristianos y para todos los creyentes que administran recursos.
Como mayordomos de las riquezas del Señor, debemos evitar cualquier tentación de manipular o usar los recursos de manera corrupta.
En cambio, debemos actuar «con ánimo pronto«, del griego prothymōs (προθύμως), lo que significa con disposición y prontitud, siempre listos para servir y utilizar los bienes de manera que honre a Dios.
En la enseñanza de Pedro, la búsqueda de ganancia deshonesta se presenta como un peligro espiritual, no solo porque corrompe al individuo, sino porque afecta la confianza y la integridad de la comunidad cristiana.
Las riquezas, aunque pueden ser una bendición cuando se usan correctamente, se convierten en una maldición cuando son obtenidas de manera injusta.
La «ganancia deshonesta» refleja una actitud de codicia y falta de fe en la provisión de Dios, poniendo el deseo por el dinero por encima de la fidelidad a los principios bíblicos.
Este peligro es también subrayado en Proverbios 15:27: «El que es codicioso perturba su casa; mas el que aborrece el soborno vivirá.» Aquí, se nos muestra cómo la búsqueda de riquezas mediante medios corruptos puede traer ruina no solo al individuo, sino también a su hogar y comunidad.
El principio es claro: el deseo de obtener ganancias de manera deshonesta es incompatible con la vida de un siervo de Cristo.
Un versículo que refuerza este principio es 1ª Timoteo 6:10, que dice: «Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.»
Este versículo subraya la importancia de manejar las finanzas con un corazón limpio y sin codicia, reconociendo que las riquezas pueden ser una trampa si no se administran con temor de Dios.
Un ejemplo práctico de esto podría ser la tentación de alterar registros financieros o aceptar sobornos en un contexto de negocio. Aunque estas acciones pueden parecer beneficiosas a corto plazo, son contrarias a la voluntad de Dios y pueden causar un daño duradero tanto a la reputación del individuo como a la de la iglesia.
Los siervos de Dios deben rechazar toda forma de ganancia deshonesta, confiando en que el Señor proveerá todo lo necesario para sus necesidades sin necesidad de recurrir a prácticas corruptas.
Otro ejemplo práctico de este principio podría ser la decisión de rechazar una oportunidad financiera que, aunque lucrativa, involucra prácticas deshonestas o poco éticas.
Como ministros del Evangelio, debemos priorizar la integridad y la justicia en todas nuestras decisiones financieras, incluso si eso significa renunciar a una ganancia temporal.
Como esclavos (voluntarios) de Cristo, somos llamados a administrar los recursos del Señor con integridad, diligencia y disposición de corazón.
Al aplicar estos principios en nuestra vida diaria, no solo manejamos bien las finanzas, sino que también reflejamos nuestra devoción y fidelidad a nuestro Señor Jesucristo, quien es la fuente de todas las riquezas.
Que cada decisión financiera que tomemos sea un testimonio de nuestra lealtad a Él y de nuestro compromiso con Su Reino.
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En resumen, la búsqueda de ganancia deshonesta es una trampa que deshonra a Dios y destruye la integridad del creyente.
Como mayordomos de los recursos del Señor, estamos llamados a manejar Sus bienes con transparencia, justicia y un corazón dispuesto, recordando siempre que nuestras acciones financieras deben reflejar nuestra fidelidad a Cristo y nuestro compromiso con Su Reino.
La integridad en nuestras finanzas no solo honra a Dios, sino que también edifica y fortalece la comunidad de fe.
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