«Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.» Santiago 1:22 (RVR1960)
Sed hacedores de la palabra (ποιηταὶ λόγου – poiētai logou): La palabra griega «poiētai» significa hacedores o realizadores, y «logou» se refiere a la palabra o mensaje. Juntas, estas palabras nos llaman a poner en práctica lo que hemos aprendido de la Palabra de Dios. Como siervos de nuestro Señor Jesucristo, debemos aplicar Sus enseñanzas en todas las áreas de nuestra vida, incluyendo la gestión financiera.
Este principio implica que la fe sin obras es estéril (Santiago 2:17), y debemos ser proactivos en administrar las riquezas del Señor con diligencia y sabiduría, invirtiendo en Su reino y ayudando a quienes nos rodean.
No tan solamente oidores (ἀκροαταὶ μόνον – akroatai monon): «Akroatai» se refiere a los oyentes, y «monon» enfatiza que no debemos ser únicamente oyentes. Como administradores de los recursos del Señor, no basta con conocer Sus mandamientos; debemos actuar en consecuencia. La verdadera mayordomía financiera se refleja en decisiones que honran a Dios y benefician a los demás.
Romanos 2:13 dice que no los oidores de la ley son justos ante Dios, sino los que la obedecen. Debemos ser ministros activos de la gracia que hemos recibido, utilizando nuestros recursos para glorificar a Dios y servir a nuestra comunidad.
Engañándoos a vosotros mismos (παραλογιζόμενοι ἑαυτούς – paralogizomenoi heautous): La frase «paralogizomenoi heautous» significa engañarse a uno mismo. Como mayordomos de Jesucristo, debemos ser conscientes de que la autosuficiencia y la complacencia pueden llevarnos al autoengaño.
La administración fiel de los bienes del Señor requiere humildad y dependencia de Su guía. Proverbios 3:5-6 nos insta a confiar en el Señor con todo nuestro corazón y no apoyarnos en nuestro propio entendimiento. Al reconocer nuestra necesidad de Su dirección, evitamos el autoengaño y gestionamos los recursos con integridad.
Consideremos a un administrador de una organización benéfica cristiana que, al conocer las Escrituras, decide no solo enseñar sobre la generosidad, sino también implementar un programa que distribuya alimentos y ropa a los necesitados. Al hacerlo, este administrador no solo escucha la Palabra, sino que la vive, demostrando que la verdadera mayordomía implica acción.
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Estos principios bíblicos nos enseñan que, como siervos, administradores, mayordomos, y ministros de nuestro Señor Jesucristo, debemos vivir de acuerdo con Su Palabra, especialmente en la administración financiera.
Al ser hacedores y no solo oidores, reflejamos la voluntad de Dios en nuestras acciones diarias. Al aplicar estos principios, evitamos el autoengaño y gestionamos los bienes del Señor de manera que glorifique Su nombre y extienda Su reino.
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